Aunque lo intento, en estos días me resulta inevitable hacer balance del año que termina y recordar los buenos momentos. Los malos, que también los ha habido, prefiero arrumbarlos en el rincón más perdido de mi memoria.
No sería justo, olvidarme de mis nuevas amistades, algunas de las cuáles han surgido gracias a mi afición por juntar letras. De unas conozco su cara y de otras sólo sus reflexiones. Resulta curioso, cómo de un primer plumazo (en este caso, teclazo) alguien puede mandar al ciberespacio un pensamiento íntimo que en muchos casos sólo se lo contaría a un buen amigo después de unas copas.
Y cuando digo amigos, no me refiero a los que uno puede agregar en una de esas redes sociales que me parecen abominables por su destrucción de la intimidad, incluso de las personas que no nos hemos agregado.
Y de intimidad quería hablar. De los pequeños placeres que nos proporciona. Estoy convencido de que para ser feliz, es necesario creer que la mejor compañía que se puede tener es la de uno mismo. Si además, se tiene la suerte de tener amor o amistad, mucho mejor.
Pero hoy les invito a evocar esos pequeños momentos de soledad en los que uno se toma una copa de vino o escucha una canción que le toca la fibra. Momentos en los que uno se encuentra en paz con uno mismo.
No sería justo, olvidarme de mis nuevas amistades, algunas de las cuáles han surgido gracias a mi afición por juntar letras. De unas conozco su cara y de otras sólo sus reflexiones. Resulta curioso, cómo de un primer plumazo (en este caso, teclazo) alguien puede mandar al ciberespacio un pensamiento íntimo que en muchos casos sólo se lo contaría a un buen amigo después de unas copas.
Y cuando digo amigos, no me refiero a los que uno puede agregar en una de esas redes sociales que me parecen abominables por su destrucción de la intimidad, incluso de las personas que no nos hemos agregado.
Y de intimidad quería hablar. De los pequeños placeres que nos proporciona. Estoy convencido de que para ser feliz, es necesario creer que la mejor compañía que se puede tener es la de uno mismo. Si además, se tiene la suerte de tener amor o amistad, mucho mejor.
Pero hoy les invito a evocar esos pequeños momentos de soledad en los que uno se toma una copa de vino o escucha una canción que le toca la fibra. Momentos en los que uno se encuentra en paz con uno mismo.
P.D. He perdido mi dominio de sevillafotos. Estoy tratando de recuperarlo, pero tengo pocas esperanzas. Sé que alguno de mis amigos me ha mandado un correo en los últimos días, que no he recibido. Lo peor es que he perdido sus direcciones. La que sigo teniendo es info@fernandodezuniga.com. Feliz año para todos.