martes, 16 de diciembre de 2008

La Salamanca de don Fernando de Zúñiga

La primera vez que llegué a Salamanca corría el año 1983. Era septiembre y fui para cumplimentar mi matrícula en la Facultad de Derecho. La primera noche, en la Plaza Mayor, tocaban Loquillo y Mecano. Aquel día me enamoré de esta ciudad... y hasta hoy.
Mi doctor Zúñiga -protagonista de La sangre de los crucificados- no podía impartir sus clases en ningun otro lugar. Aquí les dejo algunos de los escenarios por los que se movió trescientos años antes de que lo hiciera yo. Por cierto, Rubén Castillo Gallego ha reseñado en su blog (http://rubencastillo.blogspot.com/2008/12/la-sangre-de-los-crucificados.html) una critica, previamente publicada en el suplemento cultural Deitania, sobre mi novela. Palabras como las suyas me animan a trasnochar ante las teclas y seguir adelante. Gracias Rubén... de corazón.
Calle en la que vivía don Fernando de Zúñiga.

Desde la ventana de la habitación del vizconde del Castañar
se divisaban las torres de la iglesia de San Millán y de la catedral.

El doctor Zúñiga con frecuencia debía socorrer a los duelistas
que se batían a espada en la vecina calle del Desafiadero.

Entrada a la cueva bajo la cripta de la iglesia de San Cebrián
en la que su maestro Pablo Alonso le enseñó ciencias ocultas.

Fachada de la Casa de las Muertes.
Aquí apareció el primer cadáver.

El aula en la que impartieron sus clases
fray Luis de León y el doctor Zúñiga, entre otros.


Biblioteca de la universidad.
Don Fernando leyó muchos de sus libros.

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