domingo, 7 de febrero de 2010

Imágenes y palabras

Aprovechando que empiezan los Carnavales de Venecia, iba a dejar estas fotos sin más comentarios, porque inicialmente pensé que en este caso (como en algún otro), una imagen valía más que cualquier palabra que la acompañara.
Sin embargo, vive dentro de mí esa bipolaridad, esa contradicción entre escritor y fotógrafo. Por eso, no he podido quedarme simplemente con la bella combinación de colores y formas, y se me ha ocurrido imaginar en lo que escondían esas máscaras, lo que ha dado origen a este micro relato:

Como cada mes de febrero, Marie pululaba por los aledaños de la Plaza de San Marcos. Esa tarde el sol acariciaba las columnas del Palacio Ducal, reverberando sus tonos rosáceos sobre la laguna. La mujer eligió el lugar perfecto para posar. Decenas de turistas, enarbolando sus cámaras, se arremolinaron en torno a ella como posesos, en busca de un trofeo de guerra. En pocos minutos, fue objeto de cientos de fotos. Era su momento de gloria. Su vida anodina quedaba arrinconada en estos días en los que se sentía como una estrella de cine. Marie sonreía triste tras su máscara, al tiempo que unas lágrimas clandestinas resbalaban sobre su rostro desfigurado tras el accidente de tráfico en el que perdió a su hijo.






9 comentarios:

Anónimo dijo...

Acaso la vida no es un puro carnaval? No vamos todos con nuestra mascara ante los demas?
Creo que en realidad ya no sabemos como somos, nuestra mascara nos és tan cotidiana que creemos firmemente que és nuestro verdadero rostro.

francisco aranguren dijo...

Qué diferente el carnaval de Venecia. Maravillosamente sofisticado. Elegante. En Cádiz, más divertido sin duda, pero zafio. En mi tierra, fuerte, primitivo, llamando a las pulsiones más fuertes y reprimidas. Qué diferentes expresiones de la libertad.

Félix dijo...

Pues yo... ¡Me quedo con el de Cádiz!
Cordialmente,
Félix

Anónimo dijo...

¡Ay! ¡qué historia más triste! Se parece a las que me da por escribir a mí cuando ando de bajón. Pero hoy no quiero tristezas, que es mi cumple. Bastante tengo con entrar en la cuarentena. Hoy prefiero ser màs positiva y quedarme con los alegres colores del carnaval. Lo mismo me da que me da lo mismo, Venecia que Cádiz. Para hoy sólo color, cánticos y alegría. Gracias Felix por esas fotos tan vivas.

:-]

PD Por cierto ya que te gusta tanto la fotografía, quizás te interese saber que próximamente el fotográfo sueco Anders Petersen impartirá un taller en Sevilla.

Félix G. Modroño dijo...

Anónimo:
también creo que todos llevamos una máscara en nuestra vida diaria, pero supongo que es necesaria para no ser más vulnerables de lo que somos.

Francisco:
lo único que les asemeja es el colorido. Desde luego, es cierto que tras un período de recogimiento, se hace preciso otro de libertinaje. Aunque quizás sin tanto recogimiento no sería necesario tanto libertinaje.

Félix:
que esto no se convierta en una comparativa porque uno que vive en Andalucía desde hace tantos años, aún no le ha tomado el punto al "parapapa papapá".

Anónima:
¡Felicidades! Que no te pesen los 40 (y eso que no quiero recordar mi tarta de aquel día con ese cuatro y ese cero) porque entras en una década ue aúna juventud y madurez (¿eso es bueno? yo creo que sí)
Gracias por la información sobre Petersen. Taller de fotografía un Domingo de Ramos en Sevilla... ummm... tentador.

Lola Montalvo dijo...

Esa máscaras me parecen bellas, pero irreales. El deseo de ser quien no se es durante unos días... Nuestro interior es más cálido, más real, aunque descubrirlo es siempre harto difícil.
Mucho gusto en descubrirte, Felix.
Besos miles

Félix G. Modroño dijo...

Es un placer tenerte por aquí, Lola.

Anónimo dijo...

Yo creo que paradójicamente permitirnos ser vulnerables, sin máscaras, es lo que hace que realmente no lo seamos tanto...

Félix G. Modroño dijo...

A eso se le llama vacuna, anónimo.
Un saludo.