Y mientras tanto, las empresas españolas cierran una tras
otra ya que sus productos, de mejor calidad, no pueden competir con los que
vienen de estos países, a los que llaman “en vías de desarrollo”.
No parece fácil salir de este círculo vicioso. El bolsillo
de los españoles da cada vez para menos, por lo que sacrifica calidad por
precio. Claro que si no se consumen productos españoles, difícilmente se va a crear
empleo que devuelva a nuestros bolsillos el poder adquisitivo de antaño.
Es evidente que las medidas que se están tomando para salir
de la crisis no están resultando efectivas, por decirlo de una manera suave. La
forma de legislar, unida a las actitudes individuales, no solucionará la
situación en la que estamos inmersos. Ya he comentado alguna vez que estamos reaprendiendo
a vivir en un marco económico que perdurará durante muchos años.
Muchos años en los que seremos esclavos del low cost.
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