Hoy estoy reivindicativo. Aunque he de reconocer que mi reivindicación es menor. Después de más de dos meses de promoción de Muerte dulce en los que he participado en firmas, mesas redondas, ferias de libro, presentaciones, entrevistas varias y en lo que se haya terciado para dar a conocer la novela estoy un poco guerrero.
Y es que lectores, periodistas, libreros y hasta editores se empeñan en etiquetar las novelas. Y hasta donde yo sé, a los novelistas no nos hace mucha gracia. Cuando uno comienza a escribir una historia no piensa en que su novela será negra, rosa o amarilla. Pero el mercado –al igual que la sociedad- es como es y parece que todo tiene que ser blanco o negro (¿dónde queda la infinita gama de grises?). ¿Podrán creerse que el mar de la foto era azul?
Lo digo por el manoseado tema de la definición de novela histórica.
Y es que me niego rotundamente a que La sangre de los crucificados o Muerte dulce sean calificadas de novelas históricas. ¡Por supuesto que "también" son históricas! Sin embargo en ellas la historia es sólo ambientación –cuidada al máximo (al menos esa era mi pretensión)-, pero ambientación al fin y al cabo. Lo que predomina en ambas es la intriga –criminal y sentimental-. Claro que tampoco pueden ser tildadas simplemente de policíacas o negras.
Así pues, ya que todo el mundo se empeña en etiquetarlas, paso por el aro pero… ¡eso sí!, reivindico el género negro histórico para mis novelas. ¿Cómo? ¿Que no existe? Pues ya va siendo hora de que se extienda. ¡Hala! Yo jamás metería en el mismo género El nombre de la rosa o Sinuhé el egipcio, por citar dos obras maestras. Ni introduciría en el mismo saco a Alejandro Dumas (Los tres mosqueteros) y a Benito Pérez Galdós (Episodios nacionales).
No es lo mismo una historia que te atrape por su intriga y sus aventuras a otra que roce el ensayo o la historia novelada. Mentiría si dijera que no defiendo a ninguna. A mí la novela histórica en estado puro no me entretiene, pero entiendo que tenga una legión de lectores a la que supongo tampoco le gustará que la confundan con una ficción en la que priman los asesinatos, aunque estos se hayan producido en el siglo XIV o en el XVII. Verosimilitud o Veracidad... That is the question.
Lo dicho: género negro histórico. ¿Máximo exponente? La citada El nombre de la rosa. Pues eso. Queridos lectores, periodistas, libreros y editores, vayan quedándose con la copla.
Por cierto, les dejo una reseña de Adolfo Caparrós Gómez de Mercado, Doctor en Literatura, publicada en Análisis Digital.
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=40299&idNodo=-5
Don Adolfo es de los que piensan que entre Dostoyevski y Dostoyevski uno puede beberse un Modroño tan ricamente. Gracias, doctor, usted sí que entiende.
¡Ah! Y para los que quieran echarse unas risas a mi costa, este domingo dentro del espacio El público lee (Canal Sur 2) –en el que el protagonista será Falcones- se emitirá un pequeño reportaje sobre Muerte dulce. En unos días también se podrá ver en Internet, en la página de Canal Sur –Televisión a la Carta-.
Falcones y Modroño. No sé si lo habrán hecho a propósito, pero a mí me suena a chiste de COU, perdón, de 2º de Bachillerato.
En fin, espero que mi reivindicación de género no les haya parecido del género tonto.
Y es que lectores, periodistas, libreros y hasta editores se empeñan en etiquetar las novelas. Y hasta donde yo sé, a los novelistas no nos hace mucha gracia. Cuando uno comienza a escribir una historia no piensa en que su novela será negra, rosa o amarilla. Pero el mercado –al igual que la sociedad- es como es y parece que todo tiene que ser blanco o negro (¿dónde queda la infinita gama de grises?). ¿Podrán creerse que el mar de la foto era azul?
Lo digo por el manoseado tema de la definición de novela histórica.
Y es que me niego rotundamente a que La sangre de los crucificados o Muerte dulce sean calificadas de novelas históricas. ¡Por supuesto que "también" son históricas! Sin embargo en ellas la historia es sólo ambientación –cuidada al máximo (al menos esa era mi pretensión)-, pero ambientación al fin y al cabo. Lo que predomina en ambas es la intriga –criminal y sentimental-. Claro que tampoco pueden ser tildadas simplemente de policíacas o negras.
Así pues, ya que todo el mundo se empeña en etiquetarlas, paso por el aro pero… ¡eso sí!, reivindico el género negro histórico para mis novelas. ¿Cómo? ¿Que no existe? Pues ya va siendo hora de que se extienda. ¡Hala! Yo jamás metería en el mismo género El nombre de la rosa o Sinuhé el egipcio, por citar dos obras maestras. Ni introduciría en el mismo saco a Alejandro Dumas (Los tres mosqueteros) y a Benito Pérez Galdós (Episodios nacionales).
No es lo mismo una historia que te atrape por su intriga y sus aventuras a otra que roce el ensayo o la historia novelada. Mentiría si dijera que no defiendo a ninguna. A mí la novela histórica en estado puro no me entretiene, pero entiendo que tenga una legión de lectores a la que supongo tampoco le gustará que la confundan con una ficción en la que priman los asesinatos, aunque estos se hayan producido en el siglo XIV o en el XVII. Verosimilitud o Veracidad... That is the question.
Lo dicho: género negro histórico. ¿Máximo exponente? La citada El nombre de la rosa. Pues eso. Queridos lectores, periodistas, libreros y editores, vayan quedándose con la copla.
Por cierto, les dejo una reseña de Adolfo Caparrós Gómez de Mercado, Doctor en Literatura, publicada en Análisis Digital.
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=40299&idNodo=-5
Don Adolfo es de los que piensan que entre Dostoyevski y Dostoyevski uno puede beberse un Modroño tan ricamente. Gracias, doctor, usted sí que entiende.
¡Ah! Y para los que quieran echarse unas risas a mi costa, este domingo dentro del espacio El público lee (Canal Sur 2) –en el que el protagonista será Falcones- se emitirá un pequeño reportaje sobre Muerte dulce. En unos días también se podrá ver en Internet, en la página de Canal Sur –Televisión a la Carta-.
Falcones y Modroño. No sé si lo habrán hecho a propósito, pero a mí me suena a chiste de COU, perdón, de 2º de Bachillerato.
En fin, espero que mi reivindicación de género no les haya parecido del género tonto.
6 comentarios:
Cuidado con los géneros, porque pueden acabar arrinconándote en un gueto. La Literatura tiene que ser abierta. A mí me gusta la mezcla de géneros. Lo que pasa es que lo más cómodo es etiquetarte.
Un abrazo,
Hola Felix:Como fiel seguidora tuya,me permito la osadia de darte mi humilde critica sobre el género al que corresponden tus novelas.
Coménto:Personalizandolas te dire que al igual que los humanos, tus novelas son:Como en un principio(antes de leerlas)nos entran por el oido en las presentaciones,HISTORICAS.Tambien , como tu has querido crearlas,INTRIGA,FICCION,REALIDAD,AMOR y por último , como las quieren calificar.
Si tú eres capaz de calificarlas con un género nuevo...pues muy bien, al fin y al cabo tus novelas comprenden estan repletas de todo lo dicho y más.
Tus novelas son una gran mezcla de géneros y si los demás pueden calificarlas como las ven, porque no vas a hacerlo tú que las ves desde tu punto de vista personalisimo.
Un saludo y vamos a por la proxima. MADOLOK
Andrés, estoy de acuerdo contigo, pero no podemos ir contracorriente. De hecho se me ocurre un autor que lo borda con las novelas ambientadas en la II Guerra Mundial ¡Ah! ¿También ganó el Luis Berenguer y un montón de premios de cuentos? ¡Vaya! No lo sabía (je,je) Ya ves, quizás es más fácil que te conozcan por tus novelas de la década de los 40 que por el resto. Y sinceramente creo las especializaciones no estan nada mal. Ya ves, a los autores no nos gustan las etiquetas y apenas podemos luchar contra ellas.
Gracias, Madolok. Yo también creo que son una mezcla de géneros y al final debe ser el lector el que juzgue.
Un abrazo para los dos.
Sí, Félix. Pero uno tampoco debe hacer mucho caso a eso. Si no, acabas tú mismo encasillándote, y eso para un escritor (no digo ya lectores, mercado, etc, sino desde el punto de vista de nuestro trabajo) no es bueno. Es verdad lo que dices, pero yo me empeño en seguir con los cuentos, novelas cortas, y me da que la próxima novela que voy a escribir no va a tener que ver con los años 40.
Un abrazo,
Evidentemente el titular del Bolg no quiere que se publiquen ciertos comentarios, nada ofensivos por otra parte, puesto que he tratado de preguntar sobre la razón a la que obedece la desaparición del artículo relativo al cine español y la película "pagafantas", bastante mediocre por cierto, y no se publica el mismo.Enfín serán cosas de Andalucía y la Democracia interna a la que estamos acostumbrados todos los andaluces.
Viva el pesebre
Estimado anónimo:
me permití responderle en la entrada correspondiente. Si la suprimí posteriormente, no fue por censura hacia su respetuoso comentario sino porque una vez vista la película, estimé que no merecía estar en mi blog (supongo que en eso coincidimos). Le resumo lo que le dije: yo tampoco estoy e acuerdo con la política estatal (nefasta) pero por ello no pretendo darle la espalda al cine de aquí.
Le ruego que no vea fantasmas donde no los hay y que no vuelva a dudar de mi talante democrático.
Un saludo.
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