Hoy he regresado al trabajo. Es la primera vez que vuelvo a Sevilla antes de que acabe agosto... y está siendo duro. La ciudad está levantada (obras por todos los sitios) bajo un sol de justicia. Durante toda la mañana he tratado de concentrarme con un martillo neumático perforando la acera y mi paciencia al otro lado de la ventana de mi oficina (que está a ras del suelo); es decir, a menos de un metro de mi silla.
Después de unos cuantos días relajado, el recibimiento no ha podido ser más frío. Eso sí, a más de cuarenta grados.
Atrás han quedado los días en Bilbao y Villalpando, con mis amigos y mi familia. Atrás han quedado días de fiesta y otros de descanso.
Pero no estoy dispuesto a que me me pueda eso que dan en llamar síndrome post-vacacional.
Ya es jueves, tengo salud y trabajo y me dispongo a comenzar una nueva novela. Así que también vuelvo a enfrentarme a las teclas del ordenador en la quietud de la noche.
Creo que cada uno tiene que buscar dentro de sí, en la cotidianidad, aquellas pequeñas cosas que le hacen feliz.
Además... Sevilla tiene un color especial.
8 comentarios:
Este agosto, o estos días de agosto, están siendo inusualmente calurosos. Por aquí se dice: en agosto refresca el rostro. Pero hay una ola de calor. En fin, que lo lleves bien estos días, y, sobre todo, mucho ánimo y mucha suerte con esa nueva novela. Yo también ando leyendo cosas, recuperando notas, imaginándome situaciones para una nueva historia que quiero escribir.
Un abrazo,
Tienes razón Felix, es tremendo volver de las vacaciones a la rutina, a la cotidianidad de la vida, pero yo creo que las personas que escribis teneis una ventaja;podeis evadiros de esa rutina aunque sea solo en algunos momentos y de una forma casi irreal.
Como tú bien dices hay que buscar la felicidad en las pequeñas cosas que nos hacen sentir bien, en nuestra cotidianidad, en nuestra rutina, y que para quien no es capaz de aprovechar esos instantes se convierte en una losa.
Tus bloggeros esperamos ansiosos tu nueva novela.Un saludo cordial,
Feliz retorno, Félix. A veces la rutina es la mejor de las terapias. Ojalá te ocurra a ti de esa manera. Un abrazo murciano.
Un fuerte abrazo, Andrés.
Anónimo, tienes toda la razón y además la rutina de los inventores de historia es, cuanto menos, "sui generis". Gracias por estar ahí.
¡Mi querido Rubén! Espero que las cosas vayan bien. Un cariñoso abrazo.
Cierto que Sevilla en este agosto ha llegado a ser insufrible, pero la simple vuelta a lo cotidiano nos hace sentirnos seguros. Más seguros que en Villalpando o Bilbao, aunque allí también estemos seguros. El tacto de las teclas del ordenador del despacho durante el día y de las del de casa durante la noche, seguro que son esas pequeñas cosas que te hacen feliz... y el resultado, del contacto con las segundas, nos hace felices a otros. Pequeñas cosas.
Cordialmente,
Félix
Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…
Groucho Marx
;) Un abrazo, Félix
Hola Félix, paso para devolverte tu visita por mi blog...y todo eso que se dice, bienvenido y demás formalidades. Acabo de llgar de vacaciones y me he encontrado con la sorpresa de tu comentario, y te digo sorpresa, porque no me imaginaba q perdieses tu tiempo en leerme, y con esto quiero decir, que te leo y me gustas (literariamente hablando), que te nombro en alguna entrada, porque n hace mucho que terminé "Muerte dulce"...habiendo leído previamente "La sangre de...." y espero ansiosa la siguiente aventura de Zúñiga (por cierto, adelántame algo, jajjajajaja), lo dicho Félix...todo un placer y un abrazo :))))
Carmencita, saludar a mis lectores no me supone una pérdida de tiempo.Encantado.
¿El próximo Zúñiga? ¡Uf! Ando con otra cosa, pero calculo un Zúñiga para las navidades del año que viene (si soy capaz de cumplir mi planificación). Tengo la historia esbozada, aunque admito sugerencias.
Un afectuoso saludo... y el placer ha sido mío. :)
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