Visitarlo ha sido una buena manera de ver un barco de la época y verlo nuevo, como recién salido de las atarazanas. Anclado en el Guadalquivir no resultaba muy difícil transportarse a la época de mi querido Fernando de Zúñiga.
Hasta me ha parecido verlo, buscando aventuras más allá de nuestros mares. Posiblemente, lo embarque pronto rumbo a Venecia.
Hasta me ha parecido verlo, buscando aventuras más allá de nuestros mares. Posiblemente, lo embarque pronto rumbo a Venecia.
3 comentarios:
Desde luego es increíble que "cascarones" de este tipo surcaran los mares y atracaran en lejanos puertos. Este no, pero en Isla Cristina visité una réplica de una carabela similar a la que utilizó Colón y sus hombre en la gran travesía y no se puede evitar cierta inquietud cuando uno se encuentra a bordo... y eso que estaba bien amarrado.
Muy buenas fotografías, Félix.
Cuando era pequeña, en el puerto de Barcelona había atracado, de forma perenne, una réplica de una de las carabelas de Colón, al lado de "las Golondrinas", unas barcazas (que todavía existen) con las que recorríamos el puerto, nos dejaban en el rompeolas donde había un restaurante que hacia unos mejillones a la marinera increíbles, recuerdo a mi madre tomando el sol en las rocas y yo saltando entre ellas.
Aquella répicla de la carabela la hundieron, no sé si porque estaba en mal estado o porque ya no tenia cabida en el puerto tan moderno y olímpico que hicieron después.
Al hombre no le queda más remedio que adaptarse a su tiempo.
Saludos, Lola.
Es el sino de los barcos, como el de las personas, acaban desapareciendo aunque permanecen los recuerdos.
Saludos, Feli.
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