Dado que no hay luna azul todos los días, la noche del 31 de agosto me dirigí, cámara y trípode en ristre al hombro, camino del Puente de Triana, donde es bien sabido que se puede contemplar uno de los paisajes más bonitos de España.
Algunos curiosos se paraban a tratar de ver en el visor de mi cámara si era capaz de captar parte de la belleza que se mostraba ante nuestros ojos. Tres chicas italianas me preguntaron por la distancia focal y velocidad con la que estaba disparando, una mujer embarazadísima quiso saber si había luna llena (le contesté que sí y que fuera paseando hacia la maternidad, por si las moscas) y una pareja de novios me dijo que la luna todavía no había cambiado de color y eso que habían oído que esa noche había luna azul.
Lamenté tener que explicarles que la luna no iba a tomar un tono azulado ni de coña y que se llamaba así a la segunda luna llena que se daba en un mismo mes, un fenómeno que ocurre cada varios años. La expresión Luna azul es la traducción de Blue Moon, a su vez una mala interpretación de Belawe mone, palabras de inglés medieval. Ya que belawe podía significar betray (traidor) y no blue (azul). Así pues, deberíamos hablar de una luna traidora que se llena cuando ya lo ha hecho anteriormente en ese mismo mes.
En cualquier caso, significó una excusa para fotografiarla en el cielo de Sevilla mientras las brisa del Guadalquivir nos acompañaba a mi cámara y a mí.
2 comentarios:
Me gustó la explicación y por supuesto la foto.
Enhorabuena
Gracias, Antonio. Me he pasado por tu página y tienes unas fotos fantásticas.
Saludos.
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