Los portugalujos estamos de enhorabuena. Hoy, nuestro muelle de hierro ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
Cada vez que oigo hablar de él, me resulta inevitable acordarme del momento en que escribí la escena de mi novela La ciudad de los ojos grises en la que Alfredo lo recorre bajo un cielo gris a solas con sus recuerdos.
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