jueves, 1 de febrero de 2018

Luna azul


Me cuesta creer en las señales y, sin embargo, estas se empeñan en provocarme, burlonas.
Mi primer amor tenía -y tiene- unos increíbles ojos azules. Aquella chica y yo tuvimos que separarnos en nuestra adolescencia y ella me escribía poemas, "palabras de amor, sencillas y tiernas" porque "a los quince años no se saben más" (gracias, Serrat).
Uno de ellos estaba dedicado a la luna y venía a decir que, por muy lejos que estuviéramos, veíamos su idéntico fulgor.
Anoche, la última de enero, hubo luna llena como cuando murió mi madre. Y además fue azul, el color de unos ojos maravillosos que no se me van del pensamiento.

2 comentarios:

buscandomiequilibrio dijo...

qué bonito es rememorar, recordar.
Te reconozco que la luna llena me pone muy nostálgica, y de hecho ayer estuve escribiendo una cosita sobre mi madre que puede que publique en el blog.

En cualquier caso ya sabes que me gustan más los ojos grises.

Besotes.

MADOLOK dijo...

Hay noches inolvidables, y la de la muerte de una madre está siempre presente.Cuando murió mi madre llovía, recuerdo esa noche de lluvia distinta a todas,anunciadora de las lágrimas que a partir de esa noche derramaría.Hay señales, claro que las hay, pero yo cada día quiero creer menos en ellas.Dicen que lo más importante no es el primer amor, sino el último. Lo que es seguro es que los recuerdos del primer amor son los más bellos.