A pesar de haberle pretendido "aparcar" durante dos años, don Fernando de Zúñiga se ha negado en este tiempo a permanecer dormido. Y ahora que me encuentro dispuesto a embarcarme junto a él en una nueva trama, me doy cuenta de que cada vez me necesita menos. Incluso sé que sus novelas han cruzado el charco.
El año pasado, un amigo me comentó que las había visto en una librería de Quito y me consta que también algunos ejemplares han encontrado acomodo en unas cuantas estanterías argentinas, colombianas, chilenas o peruanas; y hasta he comprobado que forma parte de los fondos de la biblioteca de la Universidad de Ohio. Es lo que tiene la globalización y que el formato electrónico esté a la venta en librerías de todo el mundo como Barnes & Noble, la mayor cadena de Estados Unidos.
Hoy mismo me acabo de topar con una recomedación realizada por el club de lectura de la Universidad Panamericana de México, que me permito transcribir:
Muerte Dulce. Un Nuevo Caso De Fernando Zúñiga Algaida, Sevilla, 2009
Literatura, Novela histórica
Don Fernando de Zúñiga recibe una carta de un amigo anunciándole su inminente fallecimiento, porque le han envenenado, y pidiéndole venganza. Decide viajar a tierras vascas para investigar el asesinato y allí descubre que, en efecto, le envenenaron el vino. Además, el punto de partida de la investigación se va a centrar en una fatídica partida de mus. Se trata de la segunda entrega protagonizada por Don Fernando de Zúñiga, un reputado médico que ocasionalmente investiga extraños sucesos que sus conocimientos, unidos al sentido común y a la intuición, le permiten desvelar. El autor ha creado un personaje muy sólido, lleno de matices, cuyas aventuras están ampliamente documentadas desde el punto de vista histórico, gastronómico, indumentaria y lingüístico, y que encandila a los lectores desde el mismo instante en que aparece en escena. Un hombre con principios, humanamente excepcional, dotado de gran inteligencia e inquietud por la verdad y de espíritu religioso, donde también se da cabida a la duda. La historia va creciendo en intensidad y ritmo a medida que avanza la lectura, logrando un alto nivel de entretenimiento. Se alternan amores, envenenamientos, venganzas, juegos, tradiciones, leyendas, todo ello aderezado con buena letra. Una pieza importante de la trama es el vino de las tierras del Duero, y otra, un juego que acaba de nacer en las tabernas vascas: el mus. El autor se permite novelar sobre el origen de este juego de honor, donde no siempre gana el que tiene mejores cartas.
Literatura, Novela histórica
Don Fernando de Zúñiga recibe una carta de un amigo anunciándole su inminente fallecimiento, porque le han envenenado, y pidiéndole venganza. Decide viajar a tierras vascas para investigar el asesinato y allí descubre que, en efecto, le envenenaron el vino. Además, el punto de partida de la investigación se va a centrar en una fatídica partida de mus. Se trata de la segunda entrega protagonizada por Don Fernando de Zúñiga, un reputado médico que ocasionalmente investiga extraños sucesos que sus conocimientos, unidos al sentido común y a la intuición, le permiten desvelar. El autor ha creado un personaje muy sólido, lleno de matices, cuyas aventuras están ampliamente documentadas desde el punto de vista histórico, gastronómico, indumentaria y lingüístico, y que encandila a los lectores desde el mismo instante en que aparece en escena. Un hombre con principios, humanamente excepcional, dotado de gran inteligencia e inquietud por la verdad y de espíritu religioso, donde también se da cabida a la duda. La historia va creciendo en intensidad y ritmo a medida que avanza la lectura, logrando un alto nivel de entretenimiento. Se alternan amores, envenenamientos, venganzas, juegos, tradiciones, leyendas, todo ello aderezado con buena letra. Una pieza importante de la trama es el vino de las tierras del Duero, y otra, un juego que acaba de nacer en las tabernas vascas: el mus. El autor se permite novelar sobre el origen de este juego de honor, donde no siempre gana el que tiene mejores cartas.
Desde aquí, quiero agradecer su consideración a mis amigos mexicanos quienes han sabido ver en mi personaje lo que yo trataba de transmitir. Y, por supuesto, enviarles un cariñoso saludo.
Lo dicho, que don Fernando se vale por sí mismo. No obstante, hechos como éste me animan a emprender una nueva aventura junto a él.
P.D. La foto es del cantón bilbaíno en el que se encontraba la taberna de El muslari tuerto.
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