miércoles, 26 de agosto de 2009

Hasta siempre, Chencho

Me gusta fotografiar a los niños a las personas mayores. Los primeros son espontáneos ante la cámara y los segundos... también. Están de vuelta de la vida y sus lagrimales cansados ayudan a recuperar ese brillo de los ojos que se había perdido con el devenir de los años.
Tengo una buena colección de retratos, especialmente de villalpandinos. Por desgracia, poco a poco se van yendo. Sobre todo, los mayores. El último ha sido Chencho, el herrero, padre de mi amigo y quinto Manuel.
Después de la magnífica y emotiva reseña que ha realizado mi tío Agapito Modroño en su bitácora:
no seré yo quien ose escribir una nueva.
Con Chencho se ha ido uno de los pocos tertulianos que van quedando en Villalpando. Antaño resultaba frecuente ver grupos de veteranos charlando animadamente sentados en el poyo ante cualquier casa o en los bancos del parque. Mis abuelos, Eugenio y Mateo, eran algunos de ellos. Por eso, la marcha de Chencho me ha hecho recordar otras.
Desde aquí, quiero enviar mi más sentido abrazo a mi amigo. Querido Manuel, tu padre, tan buena gente como tú, ya está descansando en paz.

jueves, 20 de agosto de 2009

Fin de mis vacaciones

Hoy he regresado al trabajo. Es la primera vez que vuelvo a Sevilla antes de que acabe agosto... y está siendo duro. La ciudad está levantada (obras por todos los sitios) bajo un sol de justicia. Durante toda la mañana he tratado de concentrarme con un martillo neumático perforando la acera y mi paciencia al otro lado de la ventana de mi oficina (que está a ras del suelo); es decir, a menos de un metro de mi silla.
Después de unos cuantos días relajado, el recibimiento no ha podido ser más frío. Eso sí, a más de cuarenta grados.
Atrás han quedado los días en Bilbao y Villalpando, con mis amigos y mi familia. Atrás han quedado días de fiesta y otros de descanso.
Pero no estoy dispuesto a que me me pueda eso que dan en llamar síndrome post-vacacional.
Ya es jueves, tengo salud y trabajo y me dispongo a comenzar una nueva novela. Así que también vuelvo a enfrentarme a las teclas del ordenador en la quietud de la noche.
Creo que cada uno tiene que buscar dentro de sí, en la cotidianidad, aquellas pequeñas cosas que le hacen feliz.
Además... Sevilla tiene un color especial.

sábado, 15 de agosto de 2009

Unos impresentables

Van a perdonarme, pero en estos días estoy de fiesta con mis amigos. No, no son escoceses ni la foto está tomada en las Highlands. Es Villalpando, Tierra de Campos en la profundidad de Castilla. Pertenecen a Los Ilegales, una de esas peñas que alegran los días de San Roque.
Y nadie mejor que Serrat para definir a este tipo de gente:
Mis amigos son unos atorrantes.Se exhiben sin pudor, beben a morro,se pasan las consignas por el forro y se mofan de cuestiones importantes.
Mis amigos son unos malhechores,convictos de atrapar sueños al vuelo,que aplauden cuando el sol se trepa al cieloy me abren su corazón como las flores.
El que está atrás, en el medio, es Pepe Carrascal, que mis lectores conocerán como el tabernero de Valladolid en Muerte dulce y a quien describí casi tal y como es.
Los demás son mis primos Jesús, David y Álvaro (qué voy a decir sin son Modroños), Miguel -bloguero empedernido-, Queco y José Antonio -llevan la música dentro-, Alberto el contable, Torío -pedazo de monologuista-, Toño -motero- y Marcial -más feliz que una perdiz.
En la foto faltan algunos y falto yo. Y es que si alguien quiere verme con faldas tendrá que venir a Villalpando un catorce de agosto.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Harry Potter

Tal día como hoy, hace dos años, alquilamos un coche en Londres y nos encaminamos al norte de Inglaterra para adentrarnos en Escocia. Acabé un poco cansado de conducir por la izquierda y de las carreteras escocesas, pero mereció la pena. Desde siempre había querido recorrer ese país y la visita no me defraudó. Tierras verdes llenas de historia, de leyendas y de magia. Eso es Escocia.
Desde luego, J.K. Rowling acertó de pleno al inspirarse en estos parajes para crear su saga de Harry Potter, de la que me confieso fan… y además escribirla en Edimburgo.
Y porque me sigan gustando las bellas historias y porque iba acompañado de mi hija –otra fan del niño mago-, me inventé una especie de ruta Harry Potter. Es cierto que el castillo de Hogwarts es ficción, pero por algún sitio leí que algunos planos se rodaron en el interior de la catedral de Durham y en los alrededores del castillo de Alnwick y hasta allí fuimos a parar antes de cruzar la frontera escocesa. Mi hija, que desconocía nuestro destino, se quedó perpleja al contemplar las murallas de Hogwarts.

Otro de las sorpresas que le esperaba es que el tren que lleva a los estudiantes del colegio para magos desde la estación King Cross (donde incluso se puede ver el andén 9 ¾) hasta Hogwarts, ¡también existía!
En realidad se trata de un tren a vapor –Jacobite stream train- que hace el recorrido entre Fort William y Mallaig. Pero que incluso cruza el viaducto de Glenfinnan. Toda una delicia para los potterianos.
La semana pasada estuve viendo la última película, en la que coincidimos con algunos de los actores que encarnan a algunos personajes secundarios (los gemelos Weasley y Luna Lovegood) y he reconocer que me lo pasé muy bien.
Y hablando de escoceses, en mi próxima entrada les presentaré a unos escoceses muy especiales.
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P.D. En los últimos días, Muerte dulce ha sido cariñosamente tratada en distintos medios. Es justo agradecer a Rubén Castillo y a Armando Rodera sus críticas (se pueden leer, pinchando sobre ellas) y a Andrés Sánchez Magro su recomendación en el programa El gato al agua en Intereconomía TV. ¡Ah! Este viernes a las 20:30 estaré presentándola en la Feria del Libro de Benavente.