Hoy, la Casa de Castilla y León en Sevilla ha tenido la gentileza de invitarme a un acto de homenaje a Miguel Delibes en el que ha participado su hijo mayor, el ilustre biólogo Miguel Delibes de Castro.
Me ha sido muy grato releer “El camino”, uno de los libros que influyeron en mi amor por la literatura en mi adolescencia, la época en que uno se forja como lector. Esa novela, una de las más grandes de nuestras letras, encierra en unas pocas páginas (prueba inequívoca de que no es necesario escribir mil folios para crear una gran obra) un compendio de situaciones que nos resultan muy familiares a los que tenemos pueblo, narradas además con un estilo sobrio, muy castellano. Y es que decir Delibes es decir Castilla.
Por otra parte, ha sido muy gratificante escuchar de boca de su hijo “la trastienda” del maestro, esas pequeñas anécdotas que le humanizan. Y, desde luego, ha sido una sorpresa descubrir que Delibes encendía una pequeña hoguera junto a su familia todas las vísperas de la Inmaculada para celebrar la festividad al grito de ¡Viva la Purísima de Villalpando!, un rito inculcado por su villalpandina tía Lupe.
Conocer a gente tan entrañable como la de hoy, hace que uno de por buenas las vicisitudes que se le cruzan a la hora de escribir una novela.
Me ha sido muy grato releer “El camino”, uno de los libros que influyeron en mi amor por la literatura en mi adolescencia, la época en que uno se forja como lector. Esa novela, una de las más grandes de nuestras letras, encierra en unas pocas páginas (prueba inequívoca de que no es necesario escribir mil folios para crear una gran obra) un compendio de situaciones que nos resultan muy familiares a los que tenemos pueblo, narradas además con un estilo sobrio, muy castellano. Y es que decir Delibes es decir Castilla.
Por otra parte, ha sido muy gratificante escuchar de boca de su hijo “la trastienda” del maestro, esas pequeñas anécdotas que le humanizan. Y, desde luego, ha sido una sorpresa descubrir que Delibes encendía una pequeña hoguera junto a su familia todas las vísperas de la Inmaculada para celebrar la festividad al grito de ¡Viva la Purísima de Villalpando!, un rito inculcado por su villalpandina tía Lupe.
Conocer a gente tan entrañable como la de hoy, hace que uno de por buenas las vicisitudes que se le cruzan a la hora de escribir una novela.
P.D. Estaré este sábado, día 29, en la Feria del Libro de Madrid en la caseta 170 de Anaya de 12 a 14 horas.