domingo, 27 de noviembre de 2011

Fomentar la lectura

No estoy demasiado seguro de que lo estemos haciendo bien en cuanto a fomentar la lectura entre los que no tienen ese hábito.
Y quizás la culpa la tengamos, precisamente, quienes la amamos.
Son los profesores de literatura los que obligan a los niños pequeños a leer “Platero y yo”, sólo porque habla de un burrito; o los que hacen creer a los quinceañeros que si no les gusta “El Quijote”, obra cumbre de la literatura hispana, son unos zopencos.
Y yo me pregunto por qué, antes de exigirles que lean “La vida es sueño” no les introducen en las novelas de Laura Gallego o Care Santos, por ejemplo.
También “culpo” a los críticos y a los periodistas culturales ya que, con frecuencia, nos recomiendan libros de difícil comprensión que puede ser que sean de su gusto pero, desde luego, no del de la gran masa de potenciales lectores. Yo mismo, que considero que mi nivel de lectura no es inferior al de la media, en estos días me he visto incapaz de terminar con un “novelón” muy recomendado por algunos de estos periodistas.
Por supuesto, tampoco nos libramos de “culpa” los escritores. Y por varios motivos. Algunos porque deliberadamente escriben para minorías, pensando en ganar algún día el Premio Nobel, tratando de evidenciar su erudición o su capacidad de crear expresiones imposibles aunque, para ello, tengan que trasladarse en el tiempo y en el espacio en el mismo párrafo o se atrevan a incluir en los diálogos frases de personajes que ni siquiera estén presentes en la conversación. Y otros porque cuando en una entrevista se les pregunta por sus autores favoritos, siempre responden con nombres extranjeros imposibles de pronunciar o con hispanos muertos. Como si reconocer a Pérez Reverte o a Eduardo Mendoza careciese de glamour literario.
Lo que parece claro es que existe una fractura entre lectores y no lectores. Acabo de leer en un periódico que los no lectores piensan que los que leen son unos engreídos y estos, a su vez, consideran a los otros unos cabezas huecas.
Pero aún estamos a tiempo de conseguir que aquellos que jamás han disfrutado con la lectura, descubran el sosiego que proporciona y evitar que su imaginación se siga anquilosando frente a una pantalla (sea de un móvil, de un ordenador o de una televisión).  
Por fortuna, hay lecturas para todos los gustos: ensayos, biografías, novelas de aventuras, de terror, de amor, de intriga… Mi consejo es que, si no saben qué leer y tienen el gusanillo de hacerlo, acudan a su librero más próximo (no vale con que sea un mero vendedor de libros) y tras contarle sus gustos o sus aspiraciones, se dejen recomendar.  Los que las frecuentan, lo saben: las librerías son un oasis de paz dentro de la vorágine de la ciudad.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Mamá

Dicen que las estrellas que más brillan son las que antes se apagan.
Papá y la luna llena te velaron durante toda la noche.
Ya no escucharemos tu dulce voz ni contemplaremos el fulgor de tus ojos. Pero la paz que desprendías... que desprendes, nunca desaparecerá de nuestros corazones. 
Y, no te preocupes, porque aunque parezca que te echamos de menos, sabemos que estás dentro de nosotros.
Te queremos, mamá.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Res Nullius

Creo que aquella promoción de Derecho fue una buena promoción. Y no lo digo porque de allí salieran buenos profesionales (incluído el actual alcalde de Salamanca), sino porque fueron capaces de estudiar y además de vivir la vida universitaria. Y lo que es más importante: aportaron su granito de arena para que Salamanca siga teniendo esa merecida fama ganada durante siglos de ser una de las mejores universidades de Europa.
Es cierto que algunos de sus miembros ponían el despertador para ir a jugar al mus a La Casona. Como también lo es que luego iban a echarse un mentiroso con los dados al Serantes. Y que compraban litronas en el Santa Ana para irse a beberlas a la escalinata del patio chico de la catedral. Y que casi todas las noches cerraban el Café Moderno, el Callejón , el Camelot, cuando no el Bogart.
Pero también lo es que se encerraron durante varias noches en la facultad para defender sus derechos como estudiantes y que crearon La Farándula como alternativa al bipartidismo de las asociaciones estudiantiles "oficiales". Y no sacarían muchos votos en las elecciones al claustro, pero se lo pasaban de escándalo.
Los miembros de aquella promoción participaron en las ligas de fútbol y baloncesto, organizaron campeonatos de ajedrez rápido, crearon peñas deportivas y taurinas, representaron obras de teatro y hasta fundaron una revista: "Res Nullius".
No fueron muchos números, pero sí trabajados. Vieron la luz allá por el año 87, así que pronto se cumplirán 25 años de aquello. En ellos se incluían reportajes, entrevistas, páginas de humor, pasatiempos... Supongo que "Res Nullius" moriría cuando los miembros de aquella promoción dejaron las aulas.
Aquella promoción fue la del 83-88 y ahora, desde la distancia y el tiempo, puedo decir que me enorgullece haber pertenecido a ella.

P.D. A riesgo de dejarme a alguno de los componentes de la redacción de la revista "Res Nullius", estos son los nombres de quienes la crearon: Claudio Almeida, Nacho Becerril, Paco Blanco, Ana Bohórquez, Matías Bravo, Ana Briz, José Miguel Carbajosa, Antonio del Castillo, Miguel del Castillo, Isaac Courel, Sidonio Fernández, Juan Luis Figueroa, Avelino García, Ángel Glez. Mendoza, Miguel Ángel Granado "Pi", Javier Hernández, Jesús Lumeras, Miguel Ángel Jambrina, Ramón Quirós, Jesús Seoane y este que les escribe.

jueves, 3 de noviembre de 2011