lunes, 28 de diciembre de 2009

Momentos

Aunque lo intento, en estos días me resulta inevitable hacer balance del año que termina y recordar los buenos momentos. Los malos, que también los ha habido, prefiero arrumbarlos en el rincón más perdido de mi memoria.
No sería justo, olvidarme de mis nuevas amistades, algunas de las cuáles han surgido gracias a mi afición por juntar letras. De unas conozco su cara y de otras sólo sus reflexiones. Resulta curioso, cómo de un primer plumazo (en este caso, teclazo) alguien puede mandar al ciberespacio un pensamiento íntimo que en muchos casos sólo se lo contaría a un buen amigo después de unas copas.
Y cuando digo amigos, no me refiero a los que uno puede agregar en una de esas redes sociales que me parecen abominables por su destrucción de la intimidad, incluso de las personas que no nos hemos agregado.
Y de intimidad quería hablar. De los pequeños placeres que nos proporciona. Estoy convencido de que para ser feliz, es necesario creer que la mejor compañía que se puede tener es la de uno mismo. Si además, se tiene la suerte de tener amor o amistad, mucho mejor.
Pero hoy les invito a evocar esos pequeños momentos de soledad en los que uno se toma una copa de vino o escucha una canción que le toca la fibra. Momentos en los que uno se encuentra en paz con uno mismo.


P.D. He perdido mi dominio de sevillafotos. Estoy tratando de recuperarlo, pero tengo pocas esperanzas. Sé que alguno de mis amigos me ha mandado un correo en los últimos días, que no he recibido. Lo peor es que he perdido sus direcciones. La que sigo teniendo es info@fernandodezuniga.com. Feliz año para todos.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Invierno

Hoy ha comenzado el invierno y la ola de frío que azota la península deja multitud de estampas blancas. Por eso, he elegido esta foto para celebrarlo.
Esta barca buscó el mejor lugar para morir. Sin fuerzas para seguir navegando, quedó varada en una playa gaditana bajo el sol de Andalucía. A pesar de su abandono, la barca sonríe a su amor imposible.
En otros tiempos, él coqueteaba con ella tiñendo de plata las olas con su luz para guiarla a buen puerto. Hoy la mira con desdén, pero a ella no le importa. Morirá viendo a su faro... el faro de Trafalgar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Pastores

Hace un par de años, iba por la carretera y paré el coche (se ve al fondo) para fotografiar este rebaño de ovejas con su pastor. Últimamente me ha dado por tratar de captar imágenes que es posible que en poco tiempo ya no se puedan tomar.
Lo que no podía maginarme es que esta estampa pudiera desaparecer tan pronto. Y es que el otro día me topé con un nuevo rebaño (esta vez sin perro) guiado por un pastor en un todo terreno.
Me parece lícito que los pastores mitiguen los rigores del campo como buenamente puedan, pero (qué quieren que les diga) dentro de nada los veremos sólo en el portal de Belén.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Fuegos artificiales... en blanco y negro

Reconozco que mi predilección por el blanco y negro puede llevarme a veces a equivocarme. Y que la mayoría prefiere las películas en colorines. De hecho, hay quienes no han visto "Casablanca", "El halcón maltés", "Sucedió una noche", "¡Qué bello es vivir!" o "Historias de Filadelfia" sólo porque lo más que se aprecian son una gama de grises; eso sí, muy amplia.
Soy de los que piensan que normalmente el color es superfluo cuando se trata de reflejar el alma de un retratado o la esencia de un paisaje... aunque el motivo sean unos fuegos artificiales.

lunes, 30 de noviembre de 2009

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los toros actores

Creo que fue Alfred Hitchcock quien recomendó no rodar con niños, ni con animales. Supongo que más que a perros o a caballos, se referiría a elefantes, hipopótamos… o a toros. Y si no que se lo digan a los gaditanos que el domingo iban por la mañana paseando tranquilamente por el centro de la ciudad y se toparon con una manada de novillos que se había escapado del rodaje de “Kight and day”, una de esas producciones de Hollywood que tiene como protagonistas a Tom Cruise y Cameron Diaz.
Dice el periódico que los astados se saltaron las medidas de seguridad (un par de tablones, una pequeña valla y un candado). Estos toros españoles no respetan nada. Al de “one, two, three… ¡action!” en vez de ir por donde educadamente les habían sugerido, se dieron la vuelta y la emprendieron con la valla. Menudo ataque de risa les tuvo que entrar cuando vieron las pomposas medidas de seguridad “made in America”. Y eso que eran mansos. No es de extrañar que quisieran darse un garbeo hasta la playa de La Caleta. Lo mejor era ver al policía nacional tratando de reconducirles con una garrocha desde el coche patrulla.
El tema es que ando un poco hasta el gorro del rodaje de la dichosa película. La semana pasada bloquearon el centro de Sevilla para rodar una persecución de coches y motos alrededor de la Giralda y de la Maestranza. Si ya acceder al centro es una pesadilla y han conseguido que sólo se llegue en el trenecito (y tienen la osadía de llamarlo tranvía), en bicicleta o en coche de san Fernando, la semana pasada sólo valía el helicóptero, vehículo que no está al alcance de todo el mundo.
Las autoridades nos rogaron paciencia porque la película deja un chorro de millones a la ciudad y además beneficia su imagen en todo el mundo. Para ello se decoraron las farolas y balcones con la bandera local para “que se vea que esto es Sevilla”. Lo que no tengo muy claro después de ver a mozos vestidos como si estuvieran en los sanfermines es de si los responsables de “Knight and day” piensan hacer un mix al estilo de otra peli protagonizada por el Cruise en la que se mezclaban las Fallas con la Semana Santa. Y es que “Spain is different”.
Por cierto, de Tom y de Cameron ni rastro aún.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Son aquellas pequeñas cosas

Supongo que cualquiera se atrevería a echar la vista atrás para detenerse en cosas, situaciones o personas que nos han marcado. Cosas, situaciones o personas que pasaron por nuestra vida efímeramente o, quizás, aún están ahí.
Hoy vamos a dejar los malos momentos y vamos a quedarnos con los que nos han hecho disfrutar.
En esta vida hay algo más que películas, libros, canciones o personas a las que amamos, pero convendrán conmigo que la mayor parte de nuestros buenos ratos han sido proporcionados por ellos.
Reflexiono sobre esto porque hace unas horas iba a asistir a una conferencia impartida por Umberto Eco. Al final, una indisposición le ha impedido viajar a Sevilla y me he quedado con las ganas de conocer al maestro. El hecho es que El nombre de la rosa es una de esas novelas que uno recuerda para siempre. Magistral. Y, contra lo que suele suceder, su adaptación al cine fue más que digna.
Por eso, hoy se me han venido a la mente libros como El señor de los anillos, El perfume o Asesinato en el Orient Express; películas como Los inmortales, Manhattan, El halcón maltés o Amo tu cama rica; y canciones como Contigo de Sabina o No digas que no de Los Secretos.
No voy a discutir sobre su calidad –entre otras cosas porque para mí es indiscutible-. Simplemente me marcaron. Estoy seguro de que todos y cada uno de nosotros tiene su propia lista.
He dejado a las personas para el final. Por algo tan simple como que hoy es el cumpleaños de mi hija. Ella está en una edad en la que está deseando cumplir años. Es ley de vida. Luego llegará la época en la que estará a gusto con los que tiene y, más tarde, aquella otra en la que anhelará ser más joven.
Feliz cumpleaños, Ana. Te quiero.

domingo, 15 de noviembre de 2009

lunes, 9 de noviembre de 2009

Se fue un maestro

Me acabo de enterar de la muerte de uno de mis maestros. El de la introspección cautelosa en el alma. Uno de los más grandes en el arte del retrato. Humberto Rivas ha fallecido en Barcelona a los 72 años. Este fotógrafo argentino ha sido Premio Nacional de Fotografía (sólo unos pocos ostentan este reconocimiento) y estaba a punto de recibir la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Barcelona que ahora recogerá su familia a título póstumo.
Me queda un gratísimo recuerdo de él como fotógrafo y como persona. Tuve la fortuna de conocerle en uno de los talleres que organiza la agencia Cobertura de Sevilla.
Allí tuvo lugar una bella lección de sencillez. El maestro nos pidió a los alumnos que lleváramos una muestra de nuestro trabajo anterior para comentarlo. Recuerdo a Humberto observando perplejo las instantáneas de uno de mis compañeros de curso. Durante minutos caviló sobre ellas, sin emitir una palabra. Igual que hacía antes de tomar una foto. Luego, con su típico gesto parsimonioso de genio despistado, elevó la mirada por encima de sus grandes gafas y no pudo sino preguntarle al autor:
-¿Por qué no vas a trabajar a Barcelona?
Pero el autor de aquellas fotos adoraba Sevilla y ya no se planteaba vivir en otro lugar. El autor de aquellas fotografías a mí también me dejó impresionado. Intenté en una comida que bebiera más vino de la cuenta para que me confesara el secreto del brillo de los ojos en los fotografiados, pero no hubo manera. Tampoco accedió a impartir ningún curso, al que yo hubiera acudido encantado. Era demasiado tímido. Humilde en grado sumo.
Aquel pupilo que acudió a escuchar las enseñanzas de Humberto Rivas resultó ser uno de los mejores fotógrafos que he conocido. Su nombre: Atín Aya… y también se le echa de menos en el mundo de la fotografía y entre quienes le conocimos. Estoy seguro de que Atín y Humberto ya andan compartiendo técnicas y experiencias, estudiando cómo aprovechar la luz de la eternidad. Valga este torpe comentario como sentido homenaje hacia los dos. Al menos, siempre nos quedarán sus fotografías.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El beso

La fotografía más vendida de la historia lleva por título "El beso" y la realizó Robert Doisneau en el París de 1950. 42 años después, el propio Doisneau confesaría que la foto no fue casual y que la pareja había posado.
Puedo asegurar que estos chicos no posaron para mí como tampoco se dieron cuenta de que un cazador de momentos inmortalizaba el instante (prefiero lo de cazador de momentos a lo de fotógrafo fisgón). Andaban abstraídos del mundo, demostrándose su amor, amparados por el Puente de Triana.
Sin duda, existen pocos motivos en la fotografía tan atractivos como un beso.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La cuna de mi lengua

Tenía ganas de visitar San Millán de la Cogolla. Un lugar de esos donde no resulta difícil imaginarse la vida en otros tiempos. No sé por qué me imaginaba el Monasterio de Suso más grande. Por fortuna, tuve unos minutos para recorrerlo solo y sentir su silencio.
En este recóndito lugar se escribieron hace mil años las primeras palabras en castellano y en euskera. Las lenguas que se hablan en mi tierra. Dos idiomas con un futuro y un pasado común... y con algunas señas de identidad muy similares: la doble erre, el sonido de la eñe, las cinco vocales...
Me sentí reconfortado en esta cuna. En la cuna de mi lengua.

jueves, 29 de octubre de 2009

Astérix y Obélix

Hay un chiste que no por viejo me hace menos gracia. En un día como hoy no me resisto a contarlo:

Entra un señor inmenso al médico y le dice:
-Doctor, creo que soy estéril
-Usted quien es, es Obélix

Hoy se cumplen 50 años del nacimiento de Astérix y Obélix. Sus aventuras han formado parte de mis lecturas, y no sólo de mis tiempos jóvenes.
He disfrutado igual con los mamporros a los romanos o a los piratas (casi terminaron por inspirarme lástima) que con las alusiones anacrónicas escondidas en los textos o con las caricaturas de algunos personajes famosos (Sean Connery es Ceroceroseix y Kirk Douglas es Espartakis, por ejemplo).
Y aunque Astérix sea el protagonista, el líder, el listo… yo siempre preferí a Obélix. Quizás porque también me encanta comer. Uno no puede sino sonreír al recordar sus enfados cuando no le dejan beber la poción mágica o su amor platónico por Falbala o su pasión por los jabalíes asados.
Supongo que son muchos los motivos por los que me gustan los libros de Astérix el galo: la victoria de los débiles contra los fuertes, su sentido del humor, sus frases célebres… y, tal vez, porque llamándome Félix me siento identificado con los nombres de los habitantes de la irreductible aldea gala.

lunes, 26 de octubre de 2009

Amores de los de antes

Hoy, ¡por fin!, he revelado carretes atrasados.
La diferencia entre una foto digital y una realizada con un carrete, quizás no radique en la calidad sino en el romanticismo. Y más si el motivo está lleno de colorido.
Sólo a un bicho raro se le ocurriría hacer una foto en la Feria de Abril en blanco y negro.
La mayor ventaja de una foto digital dicen que es la inmediatez. Disparas y ves el resultado en el momento. Yo, a veces, más que una ventaja lo veo un inconveniente.
Se ha perdido ese componente de ansia, ese cortejar al negativo, esa incertidumbre sobre el efecto buscado.Una foto digital es el amor de una noche. Puede resultar bonito. Pero hay quien prefiere amores de los de antes.

jueves, 22 de octubre de 2009

Ágora

He visto Ágora… y me ha gustado. Ambientación, ritmo narrativo, fotografía, música… todo muy cuidado en aras de una inmersión en la historia que, como aficionado al cine, me ha dejado un buen sabor de boca. Lo único que eché en falta en una producción española fue algún actor español.
Es verdad que es una película y que Amenábar se ha permitido pequeñas licencias históricas como la edad de Hipatia cuando murió o su precoz visión de la teoría heliocéntrica, pero por mi parte se las admito.
La película nos traslada a la Alejandría durante la decadencia del imperio romano y, a mi humilde entender, se sirve de Hipatia para trasmitirnos su verdadero mensaje: la sinrazón de los fanatismos religiosos, vengan de donde vengan.
Hipatia no cree en dioses. Ni en cristianos, ni en judíos ni en paganos. Para ella, su única religión es el saber.
A mí siempre me ha parecido que para ser feliz es preferible ser ignorante. En el libro del Eclesiastés de la Biblia (pedazo de best seller) se puede leer: Quien añade sabiduría, añade dolor. Totalmente de acuerdo. El saber no ocupa lugar, pero tiene un precio…. Y si no, que se lo pregunten a Hipatia.

sábado, 17 de octubre de 2009

Arte o estulticia

Perdonen si evidencio públicamente mi desconocimiento sobre ciertos temas. Miren que no me tengo por ingenuo, pero cada día me sorprendo con alguna tontería generada por el sistema en el que vivimos. Por fortuna, aún no me resbalan algunas cosas y me caldeo con ellas. Y eso que trato de ser comprensivo. Sin embargo, creo que nuestra sociedad en algún momento de la historia perdió los papeles: los económicos, los políticos, los morales, los culturales… y no hay narices de recuperarlos.
Lo peor es que no parece haber marcha atrás, pero me recreo imaginando el regreso a ese punto de la historia en el que todo este tinglado se nos fue de las manos. ¿Que cuál es ese momento? Cada uno es libre de pensar lo que quiera. Algún pesimista se retrotraería a la aceptación de la manzana por parte de Adán.
Pero disculpen porque percibo que la divagación se me está echando encima, como una borrasca a la que se la ve venir y, no obstante, permitimos que nos moje.
El hecho es que si hace un mes les hablé de la aparición de un Velázquez, ahora le toca el turno a un Da Vinci. Se trata del retrato de una joven de la época. Durante décadas ha estado circulando en la creencia de que era una pintura del siglo XIX, y en las dos últimas transacciones se vendió por 12.000 euros.
Pero hete aquí que su nuevo y avispado dueño ha encontrado una huella dactilar que dice corresponder a Leonardo Da Vinci. Si eso resultase cierto, el cuadrito en cuestión podría alcanzar un valor de 100 millones de euros. Toma del frasco.
Este cuadro valía 12.000 euros, pero como es de Leonardo ahora vale 100 millones (que sí, que sé que ya lo he dicho). Y que conste que el cuadro es el mismo.
Esta noticia me hace reflexionar sobre las obras artísticas. ¿Qué se valora en ellas? Se me hace muy triste rendirme ante la evidencia y reconocer que la mayoría de las veces prime la autoría sobre la calidad. Eso sí, me consuela el hecho de al menos Leonardo fuese un genio.

P.D. Quiero felicitar a Ángeles Caso por el Planeta. Ella fue una de las escritoras que me dedicó el libro a beneficio de la Fundación Numen, por lo que al igual que al resto de firmantes, le reitero mi agradecimiento. Que disfrute de su premio.

martes, 13 de octubre de 2009

Un museo para andar por casa

Alguien dijo que los dos atardeceres más bellos de su vida los había contemplado desde el Cañón del Colorado y desde el Mirador de San Nicolás, frente a la Alhambra de Granada.
Una de las cosas buenas que nos ha proporcionado la civilización es que el hombre es capaz de crear obras de arte que se permiten la osadía de competir con las maravillas de la naturaleza. Esta semana he visto nacer al Ebro...
...y he conocido una casa muy especial en Villalpando.

El rincón de San Cayetano es más que un alojamiento rural. Es la obra que sólo puede ejecutar una persona que sepa combinar el buen gusto con el amor a su pueblo. Mi amiga Pilar Casado es una de esas personas.
Cuando compró una vieja vivienda casi derruida no podía imaginarse que su esqueleto estaba formado por los arcos de la desaparecida iglesia de Santiago. Y fue restaurando piedra a piedra hasta sacar a la luz ese arte escondido. Pero quizás el mayor mérito de Pilar haya sido el de recuperar un trozo de historia y hacerlo acogedor… muy acogedor.

Villalpando tiene unas llanuras inmensas de campos que mudan su color en cada estación y en cada momento del día; alberga una de las plazas porticadas más hermosas de Castilla y además conserva la Puerta de San Andrés –nuestra querida Puerta Villa-. Ahora también tiene El rincón de San Cayetano. Un motivo más para visitar el pueblo. Si tienen la oportunidad de alojarse en este rincón, no se arrepentirán.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

La luz de Salamanca

Una de las pocas cosas que me han fastidiado al ubicar a don Fernando de Zúñiga en Salamanca es no poder narrar sus paseos por la Plaza Mayor, por la sencilla razón de que a finales del siglo XVII aún no existía. Hoy me desquito (aunque sólo un poco) con una de las fotos que he tomado en ella.
El curso está a punto de comenzar y una de las plazas más bellas del mundo pronto recibirá a una nueva hornada de estudiantes que se enamorarán de ella desde el primer día y nunca la olvidarán... como yo no la olvido.

martes, 22 de septiembre de 2009

Carta de don Fernando de Zúñiga

En los últimos tiempos se ha realizado un importante descubrimiento con respecto a mi persona. Un descubrimiento que está generando una controversia tanto en España como en los terrenos ocupados por los colonos ingleses al este de los Apalaches. Y todo tiene que ver con un cuadro pintado por don Diego de Velázquez.
He podido leer en diversas gacetas que existen discrepancias sobre la identidad del hombre retratado por el insigne maestro. Incluso se ha conjeturado con las fechas de su creación y con que pudiera tratarse de un autorretrato.
He de decir que, si bien, es posible que don Diego y yo tengamos algún tipo de parecido en nuestros rasgos, este cuadro fue realizado en 1659 y el hombre retratado no es otro que este humilde servidor. Por aquel entonces, mi amada Pilar Maldonado y yo, después de visitar la Pieza Ochavada y el Salón de los Espejos del Alcázar Real, nos acercamos a la Galería del Cierzo donde el pintor de Su Majestad trabajaba ante dos caballetes. Uno de ellos sostenía un retrato casi terminado del infante Felipe Próspero junto a una falderilla; en el otro, se adivinaba un bosquejo de la infanta Margarita. Velázquez estaba de buen humor. El papa Alejandro VII acababa de concederle la dispensa de nobleza y el rey le había prometido el título de hidalguía por lo que, en breve, sería ordenado Caballero de la Orden de Santiago.
Como cualquiera que hubiese conocido a Pilar, se quedó prendado de sus ojos verdes. Y nos pintó a los dos. Éste es mi retrato. Así que vuestras mercedes tienen ante sí la imagen de don Fernando de Zúñiga. Por aquel entonces yo era feliz. Luego vendrían la muerte de Pilar, las golillas negras, las lentes, las canas… pero esa es otra historia que quien haya leído las novelas de Modroño ya conoce. Por cierto, espero que algún día narre mis peripecias en New Yok.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Angelino de Arriaga

Otra entrada más. A veces, por no decir siempre, es mejor estar callado. Para más inri, don Fernando de Zúñiga lleva unos días solicitándome un hueco en esta bitácora para emitir un importante comunicado. Tendrá que esperar porque a mi amigo Joaquín le ha pillado un novillo esta semana.
Yo no soy especialmente aficionado a las corridas de toros. Incluso me atrevería a decir que no me gustan. Eso sí, respeto las tradiciones aunque puedan parecer bárbaras. Tampoco entiendo a esos activistas que son capaces de movilizarse por defender a un animal, y provocar a un pueblo que durante siglos ha disfrutado de las fiestas con toros de por medio. Y no es por dar ideas, pero no quiero ni pensar lo que ocurriría si un año de estos se les ocurre hacer cincuenta kilómetros más y pasar de Tordesillas a Villalpando. No creo estar haciendo demagogia barata si digo que hay muchos otros motivos en los que gastar esas movilizaciones: en cualquiera en los que sufran sean seres humanos.
Pero hablaba de la cornada de Joaquín que a fuerza de tesón, arte y valentía, se está haciendo un merecido hueco en el difícil mundo de la tauromaquia con su apellido: Angelino de Arriaga.
De Joaquín admiro su humildad y su ambición, claves para triunfar en cualquier ámbito. Y también admiro su valor. Su valor por la descarada manera de enfrentarse a los toros pero, sobre todo, su valor por haber dejado su familia en México siendo niño para luchar en España por un sueño. Hoy tiene dieciocho años y una cornada de veinticinco centímetros que le ha afectado la femoral, pero estoy seguro de que no le va a afectar ni su fe, ni su moral.
Es de esa clase de hombres hechos de otra pasta. Hoy, más que lamentarse por su pierna, lo hacía por los siete festejos que se iba a perder esta temporada.
Querido Joaquín, piensa en cuidarte porque las plazas estarán ahí cuando te recuperes. Y tendrás más oportunidades. Eres torero y serás uno de los grandes. Al tiempo.

martes, 15 de septiembre de 2009

Mi primer recuerdo

Aquel día había más gente de lo habitual en casa de mis abuelos. Yo apenas tenía tres años y medio. Ignoro cuál es el primer momento de su infancia que un adulto es capaz de recordar. El mío fue ese día. Tengo otros anteriores, de nuestro piso en Barakaldo, pero no estoy seguro si se han mantenido indelebles en mi memoria o han sido reconstruidos merced a las pistas que nos va dejando el tiempo como algunas viejas fotos o un arañazo que me infligió una niña en mi mejilla y que aún se puede distinguir.
Pero desde luego, recuerdo aquella estancia: la mesa camilla, la vieja radio de madera, la ventana a la carretera… Y recuerdo la entrada de un bebé en brazos de mi madre. No lloraba. Creo que alguien me hizo fiestas. Cuando nace el segundo hijo, el hecho de presentárselo al primogénito, sobre todo si este es aún pequeño, es todo un ritual. Y, por un momento, el primogénito se convierte en una especie de sumo sacerdote de la ceremonia familiar. “Es tu hermanito. Se llama Fernando”.
Han pasado cuarenta y un años. Cua-ren-ta-y-uno. Manda narices. Fernando nació en Zamora un quince de septiembre a las nueve de la mañana. Por poco llega al colegio.
Tengo otros recuerdos posteriores antes de cumplir los cuatro años como una copiosa nevada que contemplé perplejo desde nuestro piso de Tafalla o la primera vez que fui al cine. Vimos Bambi en el cine Rekalde. Tuve que refugiarme en las gracias de Tambor para tratar de no acordarme de la muerte de la madre de Bambi a manos de los cazadores. Suprimirían esa escena en versiones posteriores y, por una vez, estoy de acuerdo con la censura porque creo que sigo conviviendo con aquel trauma.
Fernando y yo dicen que nos parecemos. De hecho en Villalpando nos suelen confundir (aún no nos lo explicamos porque nos damos un aire pero, desde luego, somos distintos). A él le preguntan por Sevilla y las novelas, y a mí por Málaga y por los niños. Al principio tratábamos de aclarar el equívoco, pero estamos tan aburridos que ya contestamos como si fuéramos el otro. Lo que imagino que conlleva a mantener la confusión.
Desde aquel día en casa de mis abuelos, Fernando ha estado ahí. Y hoy es justo reconocer que hay caminos que uno no puede recorrer solo. A estas alturas ya sabrán por qué don Fernando de Zúñiga se llama así.
Querido hermanito, que tengas un buen día y que cumplas muchos más. No sé si recordarás esta foto en la que apareces con tu trajecito azul cobijado en las faldas de la abuela Chon.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nueve del nueve del nueve

Tengo una crisis bloguera, no es una crisis cualquiera. ¡Tolón, tolón! Pues sí, en estos estos días he estado sopesando la idea de cerrar este blog. Ya estoy embarcado en mi nueva novela y dado que he de robarle tiempo al tiempo para poder sentarme ante el ordenador, tengo la sensación de que horas que no le dedique a la novela es como si le estuviera poniéndole los cuernos, y eso me provoca remordimientos. Saramago (que seguro que tiene más tiempo que yo) ha cerrado su blog para dedicarse en cuerpo y alma a su próximo libro. Y si lo ha hecho Saramago…
Por otro lado, hay semanas que se me agotan los temas. Son los inconvenientes de tratar de escribir sin tener demasiado en cuenta la actualidad y sin meterse con nadie (¡y voto a Bríos que a veces me tengo que morder la lengua!).
Así que El cazador de momentos va a cumplir un año de chiripa.
Sin embargo, dados los tiempos que corren y que el futuro (que ya ha llegado) está en los sistemas multimedia, descolgarme de lo digital como que me asusta. Y es que mis novelas ya se pueden adquirir en formato electrónico (no sé si ya incluso se podrán piratear). Parece que dejar de existir en el ciberespacio es como dejar de existir, punto.
Y lo que es más importante, esta bitácora me permite mantener contacto con mis amigos y con mis lectores (en muchos casos, ambas categorías ya se han mezclado).
Además, este lugar no deja de ser un refugio. Un refugio de la sociedad que nos rodea, de la que cada vez estoy más asqueado. No suelo ver la tele, mejor dicho: no veo la tele; cuando la pongo es en busca de programas concretos que me interesan: alguno de viajes, algún partido, las noticias y poco más… y mientras me siento a comer, un rato de Sé lo que hicisteis, donde en unos minutos se pueden ver todas las barbaridades emitidas en las distintas cadenas (aparte de que salen unas presentadoras muy simpáticas).
Hay que reconocerlo, vivimos en una sociedad donde Gran Hermano 327 ó 328 (he perdido la cuenta) bate en audiencia a Doctor Mateo, donde los protagonistas de los medios son Zapatero y Belén Esteban... Sin comentarios. Bueno sí, uno pequeño: esa señora gana más en un mes que la gran mayoría de los escritores de este país con alguna de sus novelas. Y sé lo que digo, porque en mi oficina tengo como cliente a uno de esos nuevos famosos que cada vez que él o su madre van a un programa basura y nos visitan para ingresar un cheque se le quitan a uno las ganas de trabajar para tratar de enrollarse con la ex del ex de la miss Me río de los pazguatos que me seguís el rollo.
Al hilo de esto, tengo una anécdota. A raíz de la publicación de Muerte dulce, una asociación benéfica (ya he hablado de ella) me invitó a un campeonato de mus en el que participaban unos cuantos famosos y algún que otro desubicado (como yo). Conocí a mi pareja de juego en el photocall (creo que se llama así). Sin saber cómo, me vi ante un montón de fotógrafos, posando como buenamente podía junto a tres tipos que no sabía quiénes eran, pero que parecían muy populares. Algo habrán escrito o algún edificio habrán construido, me dije yo. La prudencia me hizo aguardar a que alguien me informara sobre mis compañeros de posado. Fue mi pareja de mus (por cierto, un tipo muy correcto) quien se presentó: Hola, soy Ángel, el padre de Pepe. Mentalmente, comencé a repasar a toda velocidad a los Pepes famosos que conocía pero no se me ocurrieron más que Pepito Grillo y Pepe Carvalho. Jobar, Félix, ¡vaya deformación!, que esos son personajes literarios. El buen hombre debió darse cuenta de mi cara de búho y tuvo la amabilidad de aclarármelo: ¡Pepe, hombre!, ¡el ganador de Gran Hermano 7!
Así que por ahí deben de rondar unas cuantas fotos en las que aparecen un concursante de GH, dos más que fueron a pasar hambre a no sé qué isla y otro con cara de despistado del que los fotógrafos aún se estarán preguntando quién era el tipo ese y qué carajo pintaba allí (eso también se lo preguntaba el tipo despistado). Eso sí, honestamente he de reconocer que los tres eran muy majos.
Y mientras me he ido por los cerros de Úbeda, en esta fecha tan “nuevedosa” he llegado a una conclusión salomónica: seguiré por aquí, aunque habrá más fotos que textos y quizás espacie las entradas. Ustedes descansarán y yo tendré más tiempo. A ver si se aclara mi niebla mental.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Montserrat

En un mes de septiembre de hace cuatro años, fui a Barcelona para ser operado de mi maltrecho ojo derecho (ya he mostrado en más ocasiones mi agradecimiento público al doctor Corcóstegui). El globo ocular pudo salverse -más o menos- pero la visión ya no se pudo recuperar. Eso sí, cuento con la ventaja de que no tengo que cerrarlo para hacer fotos.
Como entenderán, veo la vida únicamente con mi ojo izquierdo y creo que no la veo mal del todo (veremos a ver que dicen en el recocimiento médico cuando me toque renovarme -ya mismo- el carnet de conducir).
Aprovechando aquella visita, me acerqué a Montserrat. Era una preciosa mañana nublada y gris. Aquí les dejo estas fotos que, como suelo decir, no hacen justicia al lugar. Un lugar bello, mágico y misterioso.






miércoles, 26 de agosto de 2009

Hasta siempre, Chencho

Me gusta fotografiar a los niños a las personas mayores. Los primeros son espontáneos ante la cámara y los segundos... también. Están de vuelta de la vida y sus lagrimales cansados ayudan a recuperar ese brillo de los ojos que se había perdido con el devenir de los años.
Tengo una buena colección de retratos, especialmente de villalpandinos. Por desgracia, poco a poco se van yendo. Sobre todo, los mayores. El último ha sido Chencho, el herrero, padre de mi amigo y quinto Manuel.
Después de la magnífica y emotiva reseña que ha realizado mi tío Agapito Modroño en su bitácora:
no seré yo quien ose escribir una nueva.
Con Chencho se ha ido uno de los pocos tertulianos que van quedando en Villalpando. Antaño resultaba frecuente ver grupos de veteranos charlando animadamente sentados en el poyo ante cualquier casa o en los bancos del parque. Mis abuelos, Eugenio y Mateo, eran algunos de ellos. Por eso, la marcha de Chencho me ha hecho recordar otras.
Desde aquí, quiero enviar mi más sentido abrazo a mi amigo. Querido Manuel, tu padre, tan buena gente como tú, ya está descansando en paz.

jueves, 20 de agosto de 2009

Fin de mis vacaciones

Hoy he regresado al trabajo. Es la primera vez que vuelvo a Sevilla antes de que acabe agosto... y está siendo duro. La ciudad está levantada (obras por todos los sitios) bajo un sol de justicia. Durante toda la mañana he tratado de concentrarme con un martillo neumático perforando la acera y mi paciencia al otro lado de la ventana de mi oficina (que está a ras del suelo); es decir, a menos de un metro de mi silla.
Después de unos cuantos días relajado, el recibimiento no ha podido ser más frío. Eso sí, a más de cuarenta grados.
Atrás han quedado los días en Bilbao y Villalpando, con mis amigos y mi familia. Atrás han quedado días de fiesta y otros de descanso.
Pero no estoy dispuesto a que me me pueda eso que dan en llamar síndrome post-vacacional.
Ya es jueves, tengo salud y trabajo y me dispongo a comenzar una nueva novela. Así que también vuelvo a enfrentarme a las teclas del ordenador en la quietud de la noche.
Creo que cada uno tiene que buscar dentro de sí, en la cotidianidad, aquellas pequeñas cosas que le hacen feliz.
Además... Sevilla tiene un color especial.

sábado, 15 de agosto de 2009

Unos impresentables

Van a perdonarme, pero en estos días estoy de fiesta con mis amigos. No, no son escoceses ni la foto está tomada en las Highlands. Es Villalpando, Tierra de Campos en la profundidad de Castilla. Pertenecen a Los Ilegales, una de esas peñas que alegran los días de San Roque.
Y nadie mejor que Serrat para definir a este tipo de gente:
Mis amigos son unos atorrantes.Se exhiben sin pudor, beben a morro,se pasan las consignas por el forro y se mofan de cuestiones importantes.
Mis amigos son unos malhechores,convictos de atrapar sueños al vuelo,que aplauden cuando el sol se trepa al cieloy me abren su corazón como las flores.
El que está atrás, en el medio, es Pepe Carrascal, que mis lectores conocerán como el tabernero de Valladolid en Muerte dulce y a quien describí casi tal y como es.
Los demás son mis primos Jesús, David y Álvaro (qué voy a decir sin son Modroños), Miguel -bloguero empedernido-, Queco y José Antonio -llevan la música dentro-, Alberto el contable, Torío -pedazo de monologuista-, Toño -motero- y Marcial -más feliz que una perdiz.
En la foto faltan algunos y falto yo. Y es que si alguien quiere verme con faldas tendrá que venir a Villalpando un catorce de agosto.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Harry Potter

Tal día como hoy, hace dos años, alquilamos un coche en Londres y nos encaminamos al norte de Inglaterra para adentrarnos en Escocia. Acabé un poco cansado de conducir por la izquierda y de las carreteras escocesas, pero mereció la pena. Desde siempre había querido recorrer ese país y la visita no me defraudó. Tierras verdes llenas de historia, de leyendas y de magia. Eso es Escocia.
Desde luego, J.K. Rowling acertó de pleno al inspirarse en estos parajes para crear su saga de Harry Potter, de la que me confieso fan… y además escribirla en Edimburgo.
Y porque me sigan gustando las bellas historias y porque iba acompañado de mi hija –otra fan del niño mago-, me inventé una especie de ruta Harry Potter. Es cierto que el castillo de Hogwarts es ficción, pero por algún sitio leí que algunos planos se rodaron en el interior de la catedral de Durham y en los alrededores del castillo de Alnwick y hasta allí fuimos a parar antes de cruzar la frontera escocesa. Mi hija, que desconocía nuestro destino, se quedó perpleja al contemplar las murallas de Hogwarts.

Otro de las sorpresas que le esperaba es que el tren que lleva a los estudiantes del colegio para magos desde la estación King Cross (donde incluso se puede ver el andén 9 ¾) hasta Hogwarts, ¡también existía!
En realidad se trata de un tren a vapor –Jacobite stream train- que hace el recorrido entre Fort William y Mallaig. Pero que incluso cruza el viaducto de Glenfinnan. Toda una delicia para los potterianos.
La semana pasada estuve viendo la última película, en la que coincidimos con algunos de los actores que encarnan a algunos personajes secundarios (los gemelos Weasley y Luna Lovegood) y he reconocer que me lo pasé muy bien.
Y hablando de escoceses, en mi próxima entrada les presentaré a unos escoceses muy especiales.
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P.D. En los últimos días, Muerte dulce ha sido cariñosamente tratada en distintos medios. Es justo agradecer a Rubén Castillo y a Armando Rodera sus críticas (se pueden leer, pinchando sobre ellas) y a Andrés Sánchez Magro su recomendación en el programa El gato al agua en Intereconomía TV. ¡Ah! Este viernes a las 20:30 estaré presentándola en la Feria del Libro de Benavente.

miércoles, 29 de julio de 2009

El cielo de Villalpando

Parece mentira pero ya estoy viendo las vacaciones. Y aunque suene pedante, he de decir que este año creo que me las merezco. Aunque sólo sea por andar por Sevilla a 42 grados con el mono de trabajo (en mi caso, el traje y su correspondiente corbata). A propósito, un día en los postres de una comida me permití sugerirle al entonces consejero delegado del banco que en verano podíamos ser un poco más flexibles con el tema de la corbata. Reproduzco literalmente su respuesta: “Esta es una empresa capitalista y aquí se trabaja con corbata, y si tienen sed se toman una cerveza que la Cruzcampo está muy buena”.
El hecho es que el viernes me quito el traje y me voy a Villalpando. Este año con tanto sarao promocionando Muerte dulce, me he gastado parte de mis vacaciones y sólo me quedan 19 días. Muchos de ellos los pasaré en el pueblo, comiendo, descansando y jugando al mus. A la vuelta Naturhouse y yo tendremos unas palabras… pero eso será a la vuelta.
Por eso, hoy quiero mostrar algunas fotos que publiqué hace ya algunos años en Villalpando, paisajes y rincones. Fue un libro que me autoedité y que gracias a los 500 ejemplares que se vendieron no me costó el dinero. Se trata de una obra con un montón de fotografías con textos sobre la historia de la villa. Desde la distancia, me causa cierto rubor contemplar muchas de las fotos publicadas porque soy consciente de que, por decirlo de una manera amable conmigo mismo, son claramente mejorables. En mi descargo, he de decir que fueron tomadas en mis primeros tiempos como fotógrafo y que hay un montón de cariño depositado en ellas.

A partir del sábado volveré a pasear por esos campos de atardeceres imposibles y a sentir el calor de la familia. No creo que haya modo mejor de pasar las vacaciones.