miércoles, 31 de marzo de 2010

martes, 30 de marzo de 2010

Semana Santa III

Esta imagen que mira al cielo suplicando clemencia es el Cristo de las Misericordias que procesiona el Martes Santo, desde su iglesia en el barrio de Santa Cruz, por las calles de Sevilla. Como su procedencia no está muy clara, aunque parece que se esculpió en el taller de Pedro Roldán, me permití novelar un poquito sobre él en La sangre de los crucificados.

lunes, 29 de marzo de 2010

Semana Santa II

Buscando alma en la madera.

domingo, 28 de marzo de 2010

martes, 23 de marzo de 2010

Galeón Andalucía

En realidad se trata de una réplica, dicen que exacta, de un galeón del siglo XVII.


Visitarlo ha sido una buena manera de ver un barco de la época y verlo nuevo, como recién salido de las atarazanas. Anclado en el Guadalquivir no resultaba muy difícil transportarse a la época de mi querido Fernando de Zúñiga.

Hasta me ha parecido verlo, buscando aventuras más allá de nuestros mares. Posiblemente, lo embarque pronto rumbo a Venecia.

Por cierto, este galeón ya ha partido rumbo a Shangai (aunque hará escalas en Cádiz y Málaga) donde será el emblema de Andalucía en la Exposición Universal de este año.

martes, 16 de marzo de 2010

Pájaros de papel

Aprovechando que había fútbol, hoy me he metido en el cine buscando la tranquilidad. Mientras a sólo unos metros miles de personas llenaban el campo de Nervión, yo he disfrutado de una bellísima película. Dado quién era el director y la temática que abordaba, intuía que habría mucho de él mismo en su trabajo. Me gusta que los artistas viertan en su obra lo que llevan dentro. Normalmente, todos lo intentan… aunque no siempre se consigue transmitir ese sentimiento. Emilio Aragón puede estar más que satisfecho con Pájaros de papel. Es evidente que la ha dotado de la textura y el aroma que buscaba… que anhelaba (me atrevería a decir).
Se trata de una de esas películas que te hacen amar el cine, de una de esas películas que no caerán en el olvido, de una de esas películas que llegan al corazón.
La narración, la fotografía, la música, o la ambientación son magistrales. La labor de los actores, espectacular. Carmen Machi, soberbia; Lluís Homar, espléndido; el niño Roger Princep, increíble; Imanol Arias… sencillamente sublime. Muy mal se tendrían que dar las cosas para que no le concediesen a Imanol su merecidísimo Goya.
En definitiva, una película para todos los aficionados al buen cine y para todos aquellos otros que un día dejaron de ir. Pájaros de papel es la mejor manera de volver a sentir el placer de ver una gran historia en una gran pantalla.
Pero siendo fantástica la película, lo que realmente me ha emocionado es que toda ella constituye un precioso homenaje de un hijo hacia un padre, un padre querido por todos. En nombre de todos los que fuimos niños en los setenta… gracias, Emilio. Miliki debe de sentirse muy feliz.

jueves, 11 de marzo de 2010

Lugares propios

Aunque no lo parezaca, este pajarito sabe leer. Lo que ocurre es que doscientos metros más allá, la cosa estaba bastante concurrida y decidió aislarse un rato.


No sé si la mayoría de los humanos tienen el mismo deseo que el pajarito. Supongo que sí, si bien no todo el mundo tiene la oportunidad de hacerlo. A veces, la gran ciudad nos devora con su rutina y ni se nos ocurre que existe una posibilidad de escapar de ella.

Algún día de invierno, cada año, suelo conducir hasta una llanura zamorana salpicada de palomares, algunos derruidos. Y en medio de esa llanura, se extienden unos humedales dignos de ser visitados: las Lagunas de Villafáfila. Es un lugar de referencia para cualquier aficionado a la ornitología. Durante diciembre y enero se congregan casi veinte mil gansos que en estos días regresan al norte de Europa, dejando el sitio a las aves africanas.

No es que yo disfrute especialmente por los pajaritos, pero la belleza y la soledad de los parajes me invita a frecuentarlos. Muy cerca de Villafáfila, hay un pueblo abandonado en el que uno puede vaciar la mente, perder la vista en el horizonte y sentir que el silencio le invade. Ese pueblo se llama Otero de Sariegos y, hasta ahora, tenía la sensación de que me pertenecía. A partir de hoy, lo comparto con ustedes.


miércoles, 3 de marzo de 2010

La lluvia en Sevilla

Quizás, alguno de ustedes me haya oído decir (o leído escribir) eso de que, desde Sevilla, a veces echaba de menos los días lluviosos de mi tierra vizcaína.


Vale. Me hago cargo de que mis plegarias han sido escuchadas. ¿No querías lluvia? Pues hasta que te jartes, mi arma. ¡Hala! La lluvia en Sevilla es una maravilla, ¿una maravilla? ¡Una m...! A ver, a quien corresponda: con lo monos que quedaban esos solecitos en el mapa del tiempo... ya está bien de cachondeo pluvioso.

Toda la vida de Dios, en Bilbao llovía y en Sevilla hacía sol. Pero ahora la climatología anda un poco caprichosa y, a este paso, lo mismo tenemos que cambiar la Giralda por el Guggenheim, pasear al Cachorro por las Siete Calles y poner las casetas de feria en El Arenal.

Y es que hubo un tiempo en que en esta ciudad no llovía. ¿No se lo creen? Vean las imágenes.