sábado, 31 de diciembre de 2011

Unamuno

La obra de Unamuno es digna de admiración para cualquiera. Para los vascos que hemos estudiado en Salamanca, supongo que aún más por aquello de seguir sus pasos, aunque sólo sean físicos por las calles de la capital charra.
En mi caso, además se da la circunstancia de que he leído recientemente muchas de sus cartas, de sus artículos y de sus libros para mejorar la ambientación de mi próxima novela. Incluso, don Miguel es un personaje de la misma… pero este es un asunto que ya tendremos tiempo de tratar más adelante.
Entenderán, pues, que hoy mi recuerdo en el 75º aniversario de su muerte tiene que ser para el ilustre intelectual bilbaíno, tan amado como odiado por los hunos y por los hotros.  
Su último sueño tuvo lugar junto al brasero de su mesa camilla en la calle Bordadores, en la que se hallaba forzosamente recluido como castigo a su enfrentamiento con Millán Astray el 12 de octubre anterior durante la celebración del día de la Raza.
Quizás soñara con Concha –cuya ausencia le ahogaba la garganta como si le hubiesen puesto un dogal-, o quizás con Delfina Molina –su gran admiradora argentina-, o quizás con las ausencias de los amigos que le abandonaron en el último momento o con aquellos asesinados o presos como consecuencia de la guerra incivil. Aunque yo creo que su último sueño fue para el Bilbao de su niñez, aquel que retratara magistralmente en su Paz en la guerra.
Y aunque pueda parecer que tenía una ideología contradictoria, lo que le ocurrió es que simplemente no se alineó con ninguna de las dos facciones en cuanto emplearon la violencia. Es imposible ser intelectual y tener un pensamiento único. Supongo que es más sabio, quien más duda.
Al fin y al cabo, la libertad consiste en expresarse conforme a los dictados del corazón, sin que el miedo o los complejos sean los que hablen por nosotros.  
El ayuntamiento de Salamanca celebrará en 2012 el año Unamuno y yo, en lo posible, me sumaré a la hora de honrar su memoria.
Por el momento, dejo por aquí un soneto escrito por el viejo profesor diez días antes de su muerte.

Cuan me pesa esta bóveda estrellada
de la noche del mundo, calabozo
del alma en pena que no puede el gozo
de su todo gozar, prendida en nada.

Ay, pobre mi alma eterna encadenada
de la ilusión del ser con el embozo
de la verdad de veras en el pozo
en que está para siempre confinada.

Qué chico se me viene el universo
¿y qué habrá más allá del infinito,
de esa bóveda hostil en el reverso,

por donde nace y donde muere el mito?
Deje al menos en este pobre verso
de nuestro eterno anhelo el postrer hito.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Novedades enero 2012

El año acaba con la publicación del catálogo de novedades del grupo Anaya para enero de 2012.
Me es muy grato comprobar que, en la sección de bolsillo, mi Muerte dulce comparte hoja con buenas novelas de amigos.

domingo, 25 de diciembre de 2011

El anuncio de Campofrío

Me sumo a los elogios del magnífico anuncio de Campofrío dirigido por Alex de la Iglesia, en el que intervienen Santiago Segura, Chiquito de la Calzada, Los Morancos, Andrés Pajares, Fernando Esteso, Mago Mora, las hermanas Hurtado, Josema Yuste, Millán Salcedo, Fofito, Pepe Carabias, Forges, Bigote Arrocet, Anabel Alonso, Florentino Fernández, Toni Antonio, Juan Luis Cano... y Gila.
Que nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Hojas

Hay hojas que se resisten a formar parte de una alfombra otoñal y se aferran a bellos frutos sin saber que ya carecen de vida.
Ignoran que un simple soplo del viento, las harán convertirse en hojarasca. Pero, al menos, mantienen la ilusión durante el tiempo que se alojan en ramas ajenas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Un tipo no tan infame

Conocí a Pedro de Paz en la primera reunión de escritores a la que acudí tras publicar mi primera novela. Y me cayó bien desde el principio. Ahí donde lo ven, con su "larga cabellera veteada por las canas, barba pulcramente recortada, expresión de macarra de barrio y aspecto de palmero de Utrera recién salido de un festival flamenco" es un buen tipo.   
Por eso, hice por estar en Madrid el pasado miércoles y acudir a la presentación de su novela "La senda trazada" en "Tipos infames", la librería de moda donde uno puede degustar un vino mientras compra un libro. El único "inconveniente" del local es que las chicas han de cuidarse de llevar falda, sobre todo si hay presentaciones o exposiciones en el sótano ya que hay un traicionero suelo de cristal.  
La presentación corrió a cargo de su amigo Carlos Salem que, a pesar de compartir copa de vino con Pedro, tampoco es tan fiero como se pinta a sí mismo ya que incluso se permitió darle un trago a una botella de agua. El acto estuvo plagado de escritores, lo que demuestra que -al menos en este grupo- existe una sana camaradería.
También María Zaragoza y Javier Pérez nos adelantaron el argumento de sus próximas novelas. Por allí andaban David Torres, Fernando Marías, Vanessa Monfort, Jorge Magano, Armando Rodera, Rebeca Tabales, Javier Puebla, Alfonso Domingo, Marina Fernández Bielsa, Paco Gómez Escribano y Jorge Díaz entre otros. No faltaron cerveza, vino, cava y canapés.
Para que luego digan que las presentaciones son aburridas.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El beso de Rekalde

En estos días he estado recorriendo algunos de los lugares de mi pasado. Por eso, me acerqué, cámara en ristre, a la bilbaína calle León de Uruñuela en Rekalde, donde viví casi un par de años antes de comenzar la primaria en Portugalete.
A pesar de no haber vuelto hasta ahora, tenía recuerdos e imágenes impregnadas en mi memoria durante cuarenta años: la calle empinada, el color de los edificios, los paseos diarios de la mano de mi madre camino de la guardería de La Casilla, la visita de los domingos a la oficina de La Alhóndiga en las que trabajaba mi padre y donde aporreé por primera vez una máquina de escribir… pero lo que mejor recuerdo es la proyección de Bambi en el cine Rekalde.
Sí, Bambi fue la primera película que vi. En aquella versión, aún se veía cómo los cazadores mataban a su madre. Imagino que el trauma que dejó a miles de niños, hizo que se suprimieran aquellas imágenes explícitas. Lo cierto es que posiblemente aquel día conocí el significado de la palabra tristeza, y eso que también reí con el conejo Tambor.
En esos pensamientos andaba, frente al bar que hoy ocupa el local del viejo cine cuando al girarme, me topé con una troupe de equilibristas, payasos, músicos y malabaristas que hacían las delicias de pequeños y grandes en la calle. 
Así que cambié el chip y me dispuse a tratar de conseguir alguna instantánea decente entre aquel maremagno de chiquillería, artistas y curiosos.
Pronto me llamó la atención una chica vestida de verde y su perro amaestrado, el cuál daba unos saltos increíbles tratando de captar la pelota que ella utilizaba como reclamo.
Los músicos arrastraban su amplificador mientras los malabaristas usaban sus bolos, pelotas, aros y monociclos al son de lo que ellos tocaban. Estuve observando al chico del violín eléctrico que parecía estar algo descontento con la descoordinación de los artistas y me admiró que tratara inútilmente de poner orden entre un grupo de gente que disfrutando yendo a su bola… o a su monociclo. 
Pero a pesar de las molestias del violinista, el espectáculo era magnífico. Los malabaristas practicaban nuevos números al compás de la melodía que los músicos interpretaban impecablemente.  
Estuve allí hasta que, llegada la hora de comer, los artistas fueron abandonando el parque. Y, justo, cuando me disponía a marcharme, vi como la domadora de perros pasaba el brazo por encima del hombro del violinista y le besaba feliz.
Mi cámara y yo no pudimos sino sonreír.

jueves, 8 de diciembre de 2011

La Purísima y Villalpando

En Villalpando tuvo lugar el 1 de noviembre de 1466 el primer voto explícito en defensa del misterio de la Inmaculada Concepción, que consiste -como su propio nombre indica- en la creencia de que la Virgen estuvo libre de pecado desde el mismo momento de su concepción.
De ahí que los villalpandinos lo celebren con orgullo cada 8 de diciembre.
Curiosamente, ya era fiel devoto de la Inmaculada Fernando III el Santo, el mismo sobre el que se discute su lugar de nacimiento, hijo de doña Berenguela... la misma que habitaba durante largas temporadas en el castillo que los condestables de Castilla poseían en Villalpando.

domingo, 4 de diciembre de 2011

sábado, 3 de diciembre de 2011

domingo, 27 de noviembre de 2011

Fomentar la lectura

No estoy demasiado seguro de que lo estemos haciendo bien en cuanto a fomentar la lectura entre los que no tienen ese hábito.
Y quizás la culpa la tengamos, precisamente, quienes la amamos.
Son los profesores de literatura los que obligan a los niños pequeños a leer “Platero y yo”, sólo porque habla de un burrito; o los que hacen creer a los quinceañeros que si no les gusta “El Quijote”, obra cumbre de la literatura hispana, son unos zopencos.
Y yo me pregunto por qué, antes de exigirles que lean “La vida es sueño” no les introducen en las novelas de Laura Gallego o Care Santos, por ejemplo.
También “culpo” a los críticos y a los periodistas culturales ya que, con frecuencia, nos recomiendan libros de difícil comprensión que puede ser que sean de su gusto pero, desde luego, no del de la gran masa de potenciales lectores. Yo mismo, que considero que mi nivel de lectura no es inferior al de la media, en estos días me he visto incapaz de terminar con un “novelón” muy recomendado por algunos de estos periodistas.
Por supuesto, tampoco nos libramos de “culpa” los escritores. Y por varios motivos. Algunos porque deliberadamente escriben para minorías, pensando en ganar algún día el Premio Nobel, tratando de evidenciar su erudición o su capacidad de crear expresiones imposibles aunque, para ello, tengan que trasladarse en el tiempo y en el espacio en el mismo párrafo o se atrevan a incluir en los diálogos frases de personajes que ni siquiera estén presentes en la conversación. Y otros porque cuando en una entrevista se les pregunta por sus autores favoritos, siempre responden con nombres extranjeros imposibles de pronunciar o con hispanos muertos. Como si reconocer a Pérez Reverte o a Eduardo Mendoza careciese de glamour literario.
Lo que parece claro es que existe una fractura entre lectores y no lectores. Acabo de leer en un periódico que los no lectores piensan que los que leen son unos engreídos y estos, a su vez, consideran a los otros unos cabezas huecas.
Pero aún estamos a tiempo de conseguir que aquellos que jamás han disfrutado con la lectura, descubran el sosiego que proporciona y evitar que su imaginación se siga anquilosando frente a una pantalla (sea de un móvil, de un ordenador o de una televisión).  
Por fortuna, hay lecturas para todos los gustos: ensayos, biografías, novelas de aventuras, de terror, de amor, de intriga… Mi consejo es que, si no saben qué leer y tienen el gusanillo de hacerlo, acudan a su librero más próximo (no vale con que sea un mero vendedor de libros) y tras contarle sus gustos o sus aspiraciones, se dejen recomendar.  Los que las frecuentan, lo saben: las librerías son un oasis de paz dentro de la vorágine de la ciudad.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Mamá

Dicen que las estrellas que más brillan son las que antes se apagan.
Papá y la luna llena te velaron durante toda la noche.
Ya no escucharemos tu dulce voz ni contemplaremos el fulgor de tus ojos. Pero la paz que desprendías... que desprendes, nunca desaparecerá de nuestros corazones. 
Y, no te preocupes, porque aunque parezca que te echamos de menos, sabemos que estás dentro de nosotros.
Te queremos, mamá.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Res Nullius

Creo que aquella promoción de Derecho fue una buena promoción. Y no lo digo porque de allí salieran buenos profesionales (incluído el actual alcalde de Salamanca), sino porque fueron capaces de estudiar y además de vivir la vida universitaria. Y lo que es más importante: aportaron su granito de arena para que Salamanca siga teniendo esa merecida fama ganada durante siglos de ser una de las mejores universidades de Europa.
Es cierto que algunos de sus miembros ponían el despertador para ir a jugar al mus a La Casona. Como también lo es que luego iban a echarse un mentiroso con los dados al Serantes. Y que compraban litronas en el Santa Ana para irse a beberlas a la escalinata del patio chico de la catedral. Y que casi todas las noches cerraban el Café Moderno, el Callejón , el Camelot, cuando no el Bogart.
Pero también lo es que se encerraron durante varias noches en la facultad para defender sus derechos como estudiantes y que crearon La Farándula como alternativa al bipartidismo de las asociaciones estudiantiles "oficiales". Y no sacarían muchos votos en las elecciones al claustro, pero se lo pasaban de escándalo.
Los miembros de aquella promoción participaron en las ligas de fútbol y baloncesto, organizaron campeonatos de ajedrez rápido, crearon peñas deportivas y taurinas, representaron obras de teatro y hasta fundaron una revista: "Res Nullius".
No fueron muchos números, pero sí trabajados. Vieron la luz allá por el año 87, así que pronto se cumplirán 25 años de aquello. En ellos se incluían reportajes, entrevistas, páginas de humor, pasatiempos... Supongo que "Res Nullius" moriría cuando los miembros de aquella promoción dejaron las aulas.
Aquella promoción fue la del 83-88 y ahora, desde la distancia y el tiempo, puedo decir que me enorgullece haber pertenecido a ella.

P.D. A riesgo de dejarme a alguno de los componentes de la redacción de la revista "Res Nullius", estos son los nombres de quienes la crearon: Claudio Almeida, Nacho Becerril, Paco Blanco, Ana Bohórquez, Matías Bravo, Ana Briz, José Miguel Carbajosa, Antonio del Castillo, Miguel del Castillo, Isaac Courel, Sidonio Fernández, Juan Luis Figueroa, Avelino García, Ángel Glez. Mendoza, Miguel Ángel Granado "Pi", Javier Hernández, Jesús Lumeras, Miguel Ángel Jambrina, Ramón Quirós, Jesús Seoane y este que les escribe.

jueves, 3 de noviembre de 2011

jueves, 27 de octubre de 2011

El fin del terror

 Percibo que el fin del terrorismo de ETA ha generado una inmensa alegría general… pero contenida. Como si la gente no terminara de creérselo, como si nos costara desprendernos de un miedo que nos invadió durante tantos años que consiguió silenciarnos.
En aquellos años del plomo, yo vivía en Portugalete. Admitíamos los atentados como hechos cotidianos. Incluso, a algunos, apenas se les dedicaba una pequeña columna en los periódicos. Por aquel entonces, aun siendo adolescente, tenía muy claro las dos máximas necesarias para protegerse: no hablar de política con nadie y evitar pasar por delante de los cuarteles.
Todo el que haya vivido en Euskadi en los últimos cuarenta años, sabe lo que es el miedo. Y me da una rabia tremenda que un pueblo tan noble y tradicionalmente valiente como el vasco, se haya visto sometido primero por una dictadura franquista y luego por la del terror.
Por eso, mi historia es una más de tantas.
Apenas tengo recuerdos de aquel día. Cuando alguien presencia un asesinato, en teoría, no lo debería olvidar nunca. Máxime cuando se tienen catorce años. Supongo que la goma de borrar de mi cerebro quiso protegerme de pesadillas futuras.
Eran las tres y veinte del miércoles 31 de octubre de 1979 cuando yo salía del portal de mi casa, en el número 13 (hoy 11) de la calle Ortuño de Alango, para ir al colegio. En ese preciso instante, a escasos cinco metros de distancia, vi como dos tipos disparaban a bocajarro a un hombre que se encontraba en el interior de su coche y su cabeza caía sobre el volante, haciendo sonar el claxon. Todo sucedió muy deprisa. Los asesinos huyeron en una furgoneta que les aguardaba unos metros más adelante, mientras una joven gritaba desde una ventana, muy cercana a la de mi habitación.
Aún ignoro por qué –supongo que por miedo-, pero mi única reacción fue la de ir al colegio como si tal cosa. Ni siquiera me planteé regresar a casa.
Al poco rato, estando en clase, dos hombres entraron en el aula y, tras hablar con mi profesor, me llevaron a una sala de reuniones donde me interrogaron. No tengo ni la menor idea de cómo supieron que yo había sido testigo del atentado, pero sí recuerdo que sentí pánico ya que, en realidad, yo no estaba seguro de que fueran policías. Me limité a darles el detalle de la vestimenta de los terroristas y contarles que no pude ver sus caras, ocultas tras sus pasamontañas. Fueron ellos los que me contaron que el tiroteado acababa de morir en el hospital de San Juan de Dios.
Han pasado treinta y dos años y hasta hace poco apenas había hablado de aquello con nadie, quizás porque –como he dicho- algo dentro de mí no lo quería recordar. Ha sido tras el fin de ETA, la semana pasada, cuando he vuelto a salir de aquel portal en la calle Ortuño de Alango con mi bolsa naranja al hombro. Y he encontrado en Internet que aquel hombre a quien vi morir era un joven guardia civil pontevedrés de 29 años, llamado Manuel Fuentes Fontán. Y que la chica que gritaba en la ventana era su novia, a la que acababa de visitar.
Al año siguiente, dos kilos de goma 2 cambiarían mi destino para siempre. Por fortuna, alguien los encontró poco antes de que estallaran en las oficinas en la que trabajaba mi padre, en el tramo de carretera entre Subijana y Pobes. Sin embargo, aquello provocó que trasladaran a mi familia. Los terroristas me alejaron de la única tierra que hasta aquel momento conocía -y que era la mía- y de los únicos amigos que hasta entonces tenía -y que eran los míos-.
Por eso, en estos últimos días, quienes hemos vivido la lacra del terrorismo de una manera o de otra, tenemos sentimientos agridulces. Desde luego que estamos alegres por el fin del terror, pero nos hubiera gustado que este nunca hubiera existido.

martes, 18 de octubre de 2011

Nuestros rincones favoritos

Ignoro si a todo el mundo le pasará lo mismo, pero cada vez que conozco en profundidad una ciudad tiendo a buscar un lugar favorito que no sea el más popular. En París es la fuente Medicis en los Jardines de Luxemburgo, en Sevilla es el Hospital de la Caridad, en Madrid es el café Gijón o en Bilbao son los Jardines de Albia.
Algunos de estos lugares los visitarán a través de las páginas de mi próxima novela quienes se dignen a leerla. Aunque imagino que aún tendrán que esperar a la próxima primavera para encontrarla en su librería.
El caso es que este sábado en Salamanca, terminé mi recorrido fotográfico bajando por la calle Prior hasta el palacio de Monterrey para torcer a la derecha por la calle Bordadores. Me decepcioné un poco al comprobar que el bar donde terminábamos de madrugada, el Bogart, había cambiado de nombre. Sin embargo, rápidamente me recompuse: el Gatsby, el Niebla, la Hacienda y el Camelot estaban en su sitio después de más de veinte años. Todos estos garitos se encuentran en mi rincón favorito de Salamanca: el que se encuentra en torno al convento de las Úrsulas. Ni más ni menos, el que veía don Miguel de Unamuno cuando se asomaba por la ventana de su casa, la misma en la que vivió y murió, renegando de los hunos y de los hotros.

lunes, 17 de octubre de 2011

La ciudad nocturna más bella

Ya tenía ganas de sacar mi trípode por Salamanca. Este fin de semana, hice un recorrido de dos horas por su impresionante zona monumental y obtuve unas cuantas fotografías como las que les muestro hoy.
Por muchas veces que la visite, nunca dejará de maravillarme Salamanca. Y no sólo se trata de que le tenga un cariño especial por los cinco años de universidad. Es que realmente, la capital charra tiene un encanto casi mágico.
Tan especial es para mí que en ella he situado al protagonista de mis dos novelas publicadas y confío en que haya otras muchas con don Fernando de Zúñiga recorriendo sus calles desfaciendo entuertos.
No sé si será la ciudad más bonita de España cuando es de día pero, desde luego, lo es cuando cae la noche. Y estoy seguro de que don Fernando de Zúñiga se batiría en duelo con quien afirmase lo contrario... y yo, igual hasta también.

lunes, 10 de octubre de 2011

Uno de los nuestros

Estoy seguro de que si la muerte no se hubiera topado tan tempranamente con Félix Romeo, más pronto que tarde, le hubiera conocido. Y aunque ya no podré mantener esa convesación con él en la que hubiésemos tratado de lo dificultoso de compaginar cultura y negocio o en la que hubiéramos bromeado sobre la universalidad de nuestro nombre de pila (acento arriba, acento abajo, se escribe igual en casi todos los idiomas), en estos días sí he alcanzado a conocer muchos detalles de su pensamiento gracias a colegas y a amigos comunes.
Por eso, lamento su pérdida como si le hubiera conocido... porque, en realidad, le conocí.
Félix pertenecía a esa clase de intelectuales que estaban convencidos de que la cultura nos hace mejores, y además soñaba con proyectos en los que materializar sus ideas.
Un ataque al corazón se llevó sus ilusiones cuando sólo contaba con 43 años y media vida por delante.
Quién sabe si algún día, en algún lugar, se abra un centro cultural como el que Félix anhelaba y que, al menos, lleve su nombre, para que su recuerdo se mantenga no sólo en aquellos que tuvieron la suerte de conocerle.


P.D. Josema Carrasco le hizo este dibujo, y Antón Castro un precioso poema que pueden leer aquí.

martes, 4 de octubre de 2011

Leer con las manos

Entre los muchos debates que se suscitan cuando se juntan escritores, editores, libreros o periodistas culturales está el del futuro del libro.
A mí se me pone la misma sonrisa socarrona que a esta estatua de Oscar Wilde cuando oigo que el libro electrónico conseguirá hacer desaparecer al de papel.
No sé por qué, pero me da la sensación de que los que opinan así, se han limitado en su vida a leer con los ojos.
Por fortuna, siempre habrá manos que necesiten pasar una página para que a su dueño le de tiempo a suspirar mientras pierde su vista en el espacio con el único propósito de acumular sensaciones. Manos que acariciarán cubiertas. Manos que jamás podran terminar de leer un libro con un simple clic.
Y es que pocas cosas me resultan tan atractivas como una persona con un libro en las manos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

martes, 20 de septiembre de 2011

La última balada del último rockero

Le temblaban las piernas y, por un momento, temió que se le olvidaran las letras de las canciones. De esas canciones que había interpretado cientos de veces antes miles y miles de fans en teatros, plazas de toros y campos de fútbol.
Esa sensación solía acompañarle en cada concierto, aunque desaparecía nada más subirse al escenario. Sin embargo, aquella noche, al sonar los primeros compases de su banda se dio cuenta de que le superaba la emoción.
Y es que tras toda una vida dedicado a la música, se despedía de su público.
Gentes de todas las generaciones abarrotaban el auditorio. El artista apenas podía distinguir unos cuantos rasgos en un mar de caras radiantes.
Resultaba inevitable evocar los comienzos, llegado el fin.
Mientras cantaba, se le venían a la cabeza los tiempos duros de su precoz adolescencia: la muerte de su padre, los trabajos precarios, las lágrimas de su madre en su partida a Madrid, aquellas pensiones de mala muerte…
Cada canción le retrotraía a épocas pasadas. Y el público las coreaba, demostrándole el cariño al que se había hecho merecedor después de tantos años. Su voz puede que hubiera perdido algo de potencia; sin embargo, ahora sonaba más cálida y modulada.
A medida que avanzaba el concierto, se incrementaba esa extraña sensación de alivio y melancolía. Con todo el público ya puesto en pie, se le hizo un nudo en la garganta al cantar a menudo me recuerdas a mí.
La última balada del último rockero.
Aún entonaría el himno que le hizo famoso y la canción compuesta para su gira de despedida.
Gracias fue su última palabra antes de abandonar el escenario.
El viejo rockero cerró los ojos, suspiró hondo y sonrió. Ahora sí, volvía para siempre a Granada, volvía a su hogar.

P.D. La foto está tomada de la página oficial de Miguel Ríos

jueves, 15 de septiembre de 2011

Mis antiguos compañeros

Quizás  suene a batallita, pero es que me parto cuando se trata el asunto del número de niños por clase y lo perjudicial que puede resultar para su educación una clase con más de treinta alumnos. Estas dos fotos me las envío uno de aquellos compañeros que tuve en 6º de E.G.B. (ahora lo llaman Primaria, creo).
Y no, no son dos clases. Esta, en concreto, es 6ºB del Colegio Santa María de Portugalete del curso 1976-77. Lo que ocurre es que no cabíamos en una sola foto y nos repartimos en dos. Por si no tienen ganas de contarlos... de contarnos, somos ¡52!

Eso sí, quien más quien menos se llevó un cogotazo de algún hermano menesiano, pero dudo que ninguno de nosotros se traumatizara por eso. Yo era un buen chico, delegado de clase y esas cosas y sólo me llevé uno. El hermano Manolo estaba repartiendo capones a tres que estaban en fila y gritó: ¡1, 2 y 3! Y a mí me salió del alma completar la frase diciendo: ¡Picadora Moulinex!... y me gané el cuarto capón.
Al verles la cara, recuerdo los apellidos de todos y me llueven imágenes cargadas de ayer. Hasta me dan ganas de pasar lista y escribir los nombres de todos estos niños de las fotos que no debieron de salir demasiado mal formados del colegio  porque, con el tiempo, terminaron siendo médicos, profesores, arquitectos, ópticos, ingenieros, abogados, empresarios, informáticos, políticos, atletas e incluso hubo uno que se convirtió en escritor... pero es que en todos los rebaños hay una oveja negra.