martes, 28 de diciembre de 2010

Inocente

Unos días antes del examen final de Derecho Internacional Privado, allá por junio de 1986, habíamos pillado una salmonella en el comedor universitario de no te menees. Así que no se puede decir que llegara a la prueba en plenitud de condiciones físicas. Sí, ya sé que parece una excusa, pero así fue. Si no, que se lo pregunten a mis compañeros de piso, que comieron aún más ensaladilla que yo.
El hecho es que el examen era oral y público. Uno, por aquel entonces, no estaba acostumbrado a ese tipo de tensiones y andaba más nervioso que Marco en Sorpresa, Sorpresa.
Cuando ella pronunció mis apellidos, las piernas me temblaban. Ella era una jovencísima Araceli Mangas, con la cátedra recién obtenida. Ahora es una autoridad en Derecho Internacional pero a mí, en aquel momento, ya me daba pánico.
La cosa empezó regular. Sin embargo, Araceli estuvo comprensiva y amable (incluso me daba pistas cuando me atrancaba), por lo que poco a poco me fui creciendo… hasta que llega esa pregunta de la que nunca olvidaré su respuesta, y menos en un día como hoy.
¿Cómo se llama el régimen que permite a los barcos de los estados navegar por el mar territorial de otros?, me soltó.
Toma ya. Ni puñetera idea. Me quedo callado, haciendo como que estoy pensando en espera de una nueva pista. Araceli me dice: paso, pasooo… Mecachis, si el que pasa palabra era yo. Y repito como un papagayo: paso, pasooo. Nada. Que no lo sabía. No sé por qué, se me vino a la cabeza el chiste del profesor que le pregunta al alumno por la obra más importante de Dante y como el muchacho no lo sabe, el profesor intenta ayudarle: La di…, La divi…, La divina… y el alumno salta: ¡Que no! ¡Que no la adivino, coño!Entonces Araceli inquiere: ¿qué son los niños? Vaya, Félix (me digo). Otra pregunta que se las trae. Y esta, ¿dónde coño venía?
Como no podía fallar dos seguidas, uno que tiene un poco de imaginación y mucho rollo, le largo: los niños son unos sujetos especialmente protegidos por el Derecho Internacional… Y Araceli me interrumpe, conteniéndose la risa: ¡Inocentes! Los niños son inocentes. ¡La respuesta es paso inocente!
Ahora sí que has metido la pata, Felixín. Ya puedes ir recogiendo la papeleta con el suspenso,
pensé. El examen terminó ahí. No sé si porque era la última pregunta o porque Araceli estaba tan desternillada que no podía continuar.
El hecho es que salí del aula con la única esperanza de que el tono de nuestra conversación de besugos hubiera sido lo suficientemente bajo como para que ninguno de los asistentes se hubiera enterado. Una de las chicas monas que siempre se sentaban en la primera fila, me sonrió por primera vez en tres años, por lo que supuse que ella sí que lo había oído todo, así que mi vergüenza se acrecentó.
Y esa fue la historia que he traído hoy a colación, por si a alguien le provoca la misma sonrisa que a la chica de la primera fila.
Por cierto, Araceli me aprobó.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Manuel Carmona

Quizás, algunos recuerden que esta foto ya me sirvió en una entrada del mes de marzo. Entonces, simplemente decía: buscando alma en la madera. Hoy la quiero mostrar como retrato de Manuel Carmona, uno de los más ilustres imagineros contemporáneos, que amablemente me abrió la puerta de su taller de la calle Castellar para contarme detalles de su trabajo, cuando estaba documéntandome para La sangre de los crucificados.
Acabo de leer en el periódico que se encuentra ingresado en el hospital al haberse amputado dos dedos de la mano izquierda con una sierra (el pulgar, irrecuperable), pero Manuel dice que no ha perdido la ilusión y que piensa continuar trabajando, aunque adelanta que lo hará más despacio.
Desde aquí, le deseo una pronta recuperación, para que pueda seguir buscando el alma en la madera.

martes, 21 de diciembre de 2010

Ambientaciones

Soy de los que visitan los sitios en los que se desarrollan sus novelas para poder ambientarlas mejor. ¡Qué quieren que les diga! Me sorprenden esos autores, algunos consagrados, que se jactan de describir lugares en los que no han estado, argumentando que con Google Earth e Internet tienen el asunto resuelto. Desde luego, yo no podría.
En una foto, puedes ver los colores, las formas del paisaje... incluso, puedes imaginarte los olores. Pero lo que no puedes es captar las sensaciones que te producen un determinado lugar. Y si yo
no las percibo, me cuesta mucho transmitirlas en unas páginas de papel. Eso sí, respeto y admiro a quien es capaz.
El hecho es que me encontraba "percibiendo" para ambientar mi próxima novela (que espero terminar en unos días), cuando de repente esta misteriosa mujer apareció caminando por las vías del tren. Tuve que disparar mi cámara rápidamente y la foto me quedó desenfocada. No obstante, eso le ha añadido un aire inquietante. No me digan que esta imagen no puede ser el inicio (o el final) de una novela.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Milongas

Dicen en las noticias que, en estos días, Buenos Aires sabe a milongas al celebrarse el Día Internacional del Tango.
Y como era la hora de comer, se me hace la boca agua al acordarme de la carne a la brasa que mis amigos del restaurante argentino Milongas tienen en Sevilla.
Cuando ellos me pidieron que les hiciera las fotos para su página web, pensé en lo bien recibido que iba a ser siempre que me apeteciera tomar un chorillo criollo, unas empanadas, un solomillo al punto argentino y un panqueque de dulce de leche.
Así que me esmeré en tratar de transmitir la calidez del local, uno de mis favoritos de Sevilla, donde se puede degustar deliciosa carne argentina, escuchando de fondo la música melancólica de un bandoneón.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El calendario de Villalpando

Que tu padre sea el alcalde del pueblo no es que tenga muchas ventajas; sobre todo, si el susodicho es una persona íntegra, como es el caso. Así que si uno se compra un terreno con una casa vieja para derribarla con idea de construirse un hogar para la jubilación, al tener el alcalde en casa, le toca encargar (y pagar) el proyecto correspondiente y no se tira una piedra hasta que no esté todo en regla. Hay que dar ejemplo, dice el tío... y vive Dios que a mí me ha tocado darlo.
No contento con eso, año tras año, al final del verano llega el temido momento en que te suelta: Hay que ir pensando en el calendario. Supongo que la frase está clara y no hace falta traducirla pero, por si acaso, me permito hacerlo.
Bien podría decir: tú que eres fotógrafo y no tienes otra cosa mejor que hacer, vete pensando en la foto del calendario que edita el ayuntamiento. Ya sabes, algo original, que la Puerta Villa está muy vista. Por supuesto, sin cobrar un euro. Que no se diga que el hijo del alcalde cobra por esto.
Y efectivamente, uno no sólo no cobra por esto sino que esto le cuesta la imaginación, el tiempo y el dinero por esa manía que tiene de seguir usando carretes.
En fin, inconvenientes de ser el hijo de un alcalde honrado.
Espero que, al menos, guste el calendario y, por si acaso, hago un llamamiento a todos los villalpandinos por si se les ocurre sugerirme algo para el del año que viene.
P.D. En honor a la verdad, me siento más que pagado con la sonrisa de mis padres y con la más que cariñosa respuesta de sus paisanos a las presentaciones de mis novelas.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Quizás sea...

Hoy es uno de esos días en que echo de menos Bilbao. Quizás sea que llueve en Sevilla. Quizás sea que he visto un reportaje en la tele sobre la ría. Quizás sea que no puedo estar en el pase de ese documental sobre arquitectura en el Arriaga. Quizás sea que me apetece una palmera de coco. Quizás sea que me hago mayor. Quizás sea que me gustaría tomar unos marianitos y unas rabas con mis amigos por Plaza Nueva o por Ledesma. Quizás sea que, simplemente, soy de allí.
Es muy posible también que la novela me esté desgastando. Son ya demasiados fines de semana imbuido en una ciudad, en mi ciudad, sin estar en ella. Por fortuna, veo cercano el final de la historia y así descansaré. Inevitablemente, una de las preguntas que me harán será la de cuánto tiempo me ha llevado escribirla. La respuesta será sencilla: dos años y toda la vida.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Poesía (con tilde)

Muy bonito, muy romántico y todo lo que ustedes quieran; pero echo de menos las tildes y alguna que otra mayúscula. ¿Seré antiguo?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Críticas y diacríticas

Últimamente las aguas literarias andan un poco revueltas por culpa de la Nueva Ortografía de la Real Academia de la Lengua Española. Algunos escritores incluso están dispuestos a quemar contenedores para defender la ortografía que aprendieron en el colegio.
La ll y la ch desaparecen de nuestro alfabeto; además, la letra y cambia la túnica griega por el estilo hippie (mejor dicho hippy), ya que se llamará ye.
Lo de las tildes diacríticas es otra historia. Ya saben, ésas (perdón, quise decir esas) que se usan para distinguir una palabra de otra. Recuerdo que de niño tuve un pequeño calvario con lo de solo y sólo. Ahora, ni los pronombres posesivos ni el adverbio solo llevan tilde. Tampoco los monosílabos rio, guio o guion. Así que en un diálogo podremos escribir:
-¿Qué quieres?
-Solo café solo –rio.

Sé que a los que escribimos con frecuencia nos costará adoptar estas medidas, pero es lo que hay. Personalmente, ni las censuro ni las defiendo. Sí que me gustaría que la RAE se mojara más y no siguiera permitiendo (como así será) la tilde para quien quiera hacerlo. O café o té para todos. Y hablando de té. Tampoco entiendo porque no se establece un criterio uniforme para todos los casos. Sigue existiendo la tilde para la bebida, por ejemplo. Quizás para que no sea lo mismo tomar té que tomarte, sobre todo si es Charlize Theron la que te pregunta lo que quieres.
Creo que la ortografía debe evolucionar y que doctores tiene la iglesia. Por mi parte, las acato, quizás para no parecer trasnochado. Hemos de recordar que hace cien años, se tildaban siempre las proposiciones a y o (¿Vamos á Bilbao ó á Donostia?) y hoy eso nos suena a antiguo.
Otro día quizás hable de las minúsculas y la falta de criterio uniforme para determinar si escribimos San Fernando o san Fernando, por ejemplo. Pero ya que estoy, una de las faltas que más me revientan es la de leer los meses del año con mayúscula, falta a la que están adheridas la mayoría de las notarías y entidades bancarias de este país (¿han visto alguna escritura en la que se ponga el mes con minúscula?).
En fin, una última objeción a la RAE: lo de quitar la tilde a la letra o cuando va entre números, sí que puede llevarnos a equívocos serios como a uno que relato en la novela que me traigo entre manos. Y hablando de novela, me voy a corregir los doscientos folios que llevo, para cargarme un montón de tildes.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Literatura y placer

La Asociación de Escritores de Euskadi acaba de publicar un pequeño libro en el que hemos participado Óscar Alonso, Antonio Altarriba, Juan Bas, Mila Beldarrain, José Ramón Blanco, Seve Calleja, Olatz Candina, Beatriz Celaya, Luisa Etxenike, Fernando García Pañeda, Javier Maura, Javier Otaola, Julia Otxoa, Álex Oviedo, Maria Eugenia Salaverri, Eli Tolaretxipi, Juan Manuel Uría, Esther Zorrozua y este que les escribe.
Se trata de un plaquette que contiene breves ensayos, fragmentos de novelas inéditas, reflexiones sobre el estado en que se encuentra hoy en día la literatura y algún que otro relato.
Inicialmente, se podrá adquirir en la página de la asociación.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El teletransportador

Me llaman la atención las noticias sobre los inventos que serán cotidianos en el futuro: androides, coches inteligentes, etc. A mí hay uno que me haría especial ilusión, pero todavía no he oido nada acerca de él: el teletransportador. ¿Se imaginan? Hago ¡chas! y aparezco a tu lado. Viajar sin necesidad de aviones, carreteras...
Caminando por esta cinta mecánica, me ilusioné con que podría ser un teletransportador. Es otra de las cosas buenas que tiene inventarse historias. En cierto modo, nos permite regresar a la niñez. Como cuando jugábamos a piratas, navegando sobre una caja de cartón y con un rollo de papel higiénico a modo de catalejo.
En esta cinta me sentí como un viajero del futuro en el que hacía el viaje entre Sevilla y Bilbao en un minuto. Y ni siquiera tuve que soñarlo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Casa Moreno

(Vaya por delante que echo de menos los bollos de mantequilla y, sobre todo, las palmeras de coco de mi tierra natal).
Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando arribé en Andalucía es que se desayunaba salado. Es decir, tomaban el café con tostadas de aceite, jamón, sobrasada, paté, etc. Uno que no es muy amigo del café y que solía desayunar leche con galletas o con bollos de mantequilla o con palmeras de coco (¡snif!), se tuvo que acostumbrar a las tostadas saladas y aún hoy no tengo una bebida fija con que tomarlas: zumo, té, leche fría, coca cola o café con leche y con hielo (lo reconozco, una pequeña guarrada).

El hecho es que, con los años, le he tomado el gusto al rollo éste de las tostadas. Y después de haber desayunado en más de un centenar de bares de toda Andalucía he de reconocer que las que más me gustan son las elaboradas con el pan de semillas del Hotel Bécquer y las de la inigualable Casa Moreno.

El encanto de Casa Moreno (ubicada en el número 7 de la calle Gamazo) reside en tres pilares entrelazados que hacen de esta vieja abacería o colmao un lugar que no hay que dejar de visitar en Sevilla. A saber: la calidad y variedad de sus tostadas (se puede tomar de todo); la calidez en el trato de Quisco, Carmela o Emilio y su pintoresca decoración.
Casa Moreno está atiborrada de fotos de toros, carteles de corridas y de todos los Cristos y Vírgenes de Sevilla (y miren que son unos cuantos) que acompañan al colorido de sus productos alimenticios. Como ejemplo, en el rótulo de la Junta informando de la existencia de la hoja de reclamaciones hay una estampita de la Macarena (a ver quién es el guapo que reclama algo).

Yo mismo he contribuido, regalándoles una de mis fotos de El Cachorro. Sólo ocupa un rinconcito, pero me siento orgulloso y cada vez que acudo a tomarme mi tostada de lomo a la pimienta con torta de la Serena, mi mirada busca fugazmente la imagen de ese Cristo que inspiró mi primera novela.

sábado, 16 de octubre de 2010

Enhorabuena, maestro

A veces, te tiras cursos enteros yendo a clase para no aprender casi nada y, en cambio, de repente, en algún momento hablas con alguien unos minutos y te enseña lo que otros no han sido capaces en un año.
Nos presentó un amigo común en la Feria del Libro de Bilbao del pasado mes de junio, y tuve la suerte de compartir cervezas y conversación. Allí descubrí a un tipo afable, con un enorme sentido del humor como persona inteligente que es (al escritor ya le conocía).
Se interesó por la novela que me traigo entre manos y me comentó que para escribir de una ciudad hay que distanciarse de ella, aunque la quieras mucho.
Entre sus anécdotas, nos contó cómo don José Manuel Lara había creado Planeta.
Casualmente, por sugerencia de mi editor, me estaba leyendo La ciudad de los prodigios así que dado que nos encontrábamos en la cafetería del Hotel Abando, subí a la habitación y me bajé el ejemplar para que me lo dedicara, como admirador suyo que soy.
Hoy, me acabo de llevar una alegría al enterarme de que ha ganado el premio Planeta, y sólo puedo decir una cosa: enhorabuena, maestro.

lunes, 11 de octubre de 2010

Escritores callejeros

Hay músicos, mimos, actores... incluso pintores callejeros. Todos ellos pueden mostrar su arte a quienes pasean a su lado.
Lo que, desde luego, no conozco son escritores callejeros. Aunque tal y como se está poniendo la cosa quizás no sea mala idea la de llevar los bártulos a cualquier esquina y escribir cartas, correos electrónicos o mensajes de móvil a cambio de unas monedas.

domingo, 3 de octubre de 2010

Los títulos de las novelas

Ignoro si al resto de mis colegas les ocurrirá lo mismo, pero yo tengo serias dificultades a la hora de elegir un título para mis novelas. Supongo que hay veces que el título nace antes que la propia novela y otras en que, a medida que la historia avanza, va surgiendo el título.
Quizás fuese porque mi primera experiencia resultó algo traumática en este sentido. Después de dos años teniendo claro desde el principio como se llamaría mi primera novela, cuando estaba a punto de publicarse lo hizo otra con un título parecido que además ganó un premio, con lo cuál la mía ya no se pudo llamar así. Encontrar un sustituto de emergencia no resultó fácil. Es como si, después de llamarle Pepe a tu hijo durante años tuvieras que cambiarle el nombre. Pongas el que le pongas, para ti siempre será Pepe. Y eso es lo que pasó con La sangre de los crucificados. Aún hoy, no me acabo de acostumbrar.
Distinto fue lo de Muerte dulce. La novela no podía tener otro nombre por el evidente juego de palabras que cualquier aficionado al mus reconocería enseguida.
Ahora ando cerca de terminar la tercera y de nuevo surgen las dudas porque ni tenía título al principio ni lo tengo aún ahora. Sin embargo, todavía no me he obsesionado con él (o eso creo). Bastante tengo con preocuparme en concluirla.
El hecho es que pretendo que la ciudad en la que se desarrolla tenga algún protagonismo en el título, pero sin mencionarla expresamente. Cuando llegue el momento, a lo mejor hasta les pido sugerencias. Esa ciudad es la que ustedes ven en la foto y llevo casi un año escribiendo sobre ella, lo que está provocando que la quiera más si cabe.

martes, 14 de septiembre de 2010

viernes, 3 de septiembre de 2010

Atardecer en Tierra de Campos

Hoy he salido a pasear en bicicleta por los alrededores de Villalpando y me he traído estas fotos en el bolsillo.
.

En medio de una extensa llanura, ni siquiera los pájaros han osado perturbar el más profundo de los silencios que uno puede percibir al aire libre.
Dicen que hay que conocer París, Nueva York, Sevilla... pero yo no cambio ningún paisaje urbano por un atardecer en Tierra de Campos.

martes, 3 de agosto de 2010

Agosto en Villalpando

Ya está aquí agosto y, como todos los años, lo pasaré en su mayor parte en Villalpando, aunque me haré alguna escapadita a Bilbao.
Poca gente habrá a la que le guste menos que a mí la playa en verano. Yo prefiero la tranquilidad del pueblo para pasear, jugar al mus o escribir. Y a eso pienso dedicarme. Así que me he propuesto no conectarme a internet a partir de la semana que viene; lo cuál significa que me despido de ustedes hasta septiembre.
Recordarán que cuando comenzó el último invierno les dejé una foto de una barca en la playa de Tarifa, por lo que, en justicia, les dejo ahora una de la Puerta Villa nevada.
Feliz verano y hasta la vuelta.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sevilla, 42º

Se aproximan las vacaciones y a los que nos gusta comer se nos plantea el dilema de todos los años: este año como menos o, si no, para compensar, hago ejercicio. Es la única manera para no regresar con 5 kilos de más,que luego cuesta meses perder.
A mis 45 (treinta y quince dicen que aparento), por fin me he convencido de que en agosto no puedo pasar sin los cocidos de mi madre, sin las tapas de Villalpando o los pintxos de Bilbao, sin los huevos fritos de las gallinas de mi padre para desayunar acompañados de una buena chapata, sin las barbacoas con mis amigos de la peña Los Ilegales o sin cualquier tortilla de patata que se me ponga a tiro. Por no hablar de mi adicción a la Coca Cola.
Así que a grandes males, grandes remedios y en Sevilla, 28 de julio de 2010 (hoy) a las 20:30 horas, éste que les escribe ha cogido (que me perdonen mis amigos argentinos) la bici y se ha ido a recorrer la ciudad a 42º de temperatura. Me ha sorprendido comprobar que no era el único chiflado. Incluso los había que iban corriendo.
En una hora he recorrido los Jardines de Murillo, el Parque de María Luisa, el paseo del Guadalquivir hasta Isla Magica y he vuelto por las murallas de la Macarena y el matador repecho de la estación del Ave. No ha sido tan grave. A esas alturas el termómetro ya sólo marcaba 39º.
Si acaso ya les cuento otro día las agujetas de mañana y si el punto éste raro de hacer ejercicio se me repite. Espero que sí, aunque con ello se me plantee otro dilema: tiempo que le dedique al ejercicio, tiempo que le resto a escribir... y tengo entre manos un cuento y una novela.
En fin, todo sea por los huevos fritos para desayunar.

martes, 20 de julio de 2010

Parques y parejas

No todo fueron libros en la última feria de Madrid. A pesar de las prisas, detuve mi tiempo para hacer algunas fotos en El Retiro. Me encantan los parques, esos oasis de tranquilidad en medio de la vorágine de las ciudades. No es de extrañar que las parejas busquen refugiarse en ellos para encontrarse... en el sentido más espiritual de la palabra.

sábado, 10 de julio de 2010

La dureza del final

Este año se cumple la 150ª edición del Open Británico de golf que, como no podía ser de otra manera, se celebrará en St. Andrews, un precioso lugar pintado de verdes y azules.
Parece mentira pero ya han pasado 26 años desde que un jovencísimo Severiano Ballesteros lo ganara allí mismo. Él fue un buque insignia del deporte español como lo fueron Ángel Nieto o Indurain o como hoy lo son Nadal o Gasol.
Acabo de leer una entrevista que le realiza The Daily Telegraph evocando las alegrías de entonces.
A veces la vida no es justa del todo y todo lo que le ha dado en el deporte se lo ha quitado en el terreno personal. Ya saben que sufrió un derrame cerebral (del que aún se está recuperando) al año siguiente de que su pareja sentimental falleciera en un accidente de tráfico. Y es que la felicidad nunca es completa.
En uno de los pasajes de la entrevista, Seve viene a decir que para todo en la vida, hay un principio y un final y que lo más duro es descubrir que ese final está llegando.

Es así y no hay solución ni marcha atrás. Y la dureza es proporcional a la duración de las satisfacciones que se van y de las que no quedan más que los recuerdos. Es duro que llegue el final de las vacaciones. Es duro enfrentarse al final de una carrera deportiva, profesional o artística. Es duro sentir el final de un amor. Y es duro vislumbrar el final de la vida.
Sin embargo, pienso que a pesar de la dureza de enfrentarse al final de situaciones felices, más triste hubiera sido no haberlas vivido.

sábado, 3 de julio de 2010

El patito feo

Hay una ciudad en el norte que, durante casi todo el siglo XX, vivió acomplejada ante la belleza de sus vecinas Santander y San Sebastián.
Pero en los últimos tiempos, el patito feo se ha convertido en un cisne y es una villa que asombra a quienes la conocimos en plena efervescencia industrial.
Este cambio no ha pasado desapercibido a los ojos de la humanidad y Bilbao acaba de recibir en Singapur el Lee Kuan Yew World City Prize, máximo galardón a nivel mundial para las ciudades, por su proceso de transformación.
Quienes hemos amado a aquella Bilbao de entonces, nos sentimos orgullosos de que hoy sea considerada bella y de que el mundo la vea como nosotros siempre la vimos.

domingo, 27 de junio de 2010

Una monja en París

Uno está tratando de fotografiar un edificio sin muchos coches y, de repente, se cruza una monja en bicicleta saltándose un semáforo en rojo. El azar.

sábado, 19 de junio de 2010

Solitarios

Todos albergamos infinidad de "yos" dentro de nosotros. En función de nuestra actividad, nuestra localización o de nuestro estado de ánimo nos mostramos o nos sentimos de una manera o de otra. Y eso que seguimos siendo la misma persona. Es más, todo ese cúmulo de versiones es lo que nos construye día a día, lo que hace que seamos como somos.
Una de mis versiones es la "vouyeur". Cuando llevo la cámara colgada al cuello me llama la atención todo lo que acontece a mi alrededor. Y reconozco que prefiero fotografiar personas que paisajes. Uno de mis objetivos preferidos son las personas solitarias que se sientan en cualquier banco para leer.
Quizás porque me complace que sean capaces de abstraerse de cuanto les rodea para imbuirse en historias ajenas, historias que otros han escrito con la esperanza de que sean leídas por lectores solitarios.

lunes, 14 de junio de 2010

Donosti

Una ciudad como ésta merecía un equipo de primera. Enhorabuena, donostiarras.

miércoles, 2 de junio de 2010

Tabaco

No soy de la "liga anti-tabaco", pero agradeceré que los espacios cerrados públicos se queden libres de humo.

jueves, 27 de mayo de 2010

El maestro don Miguel Delibes

Hoy, la Casa de Castilla y León en Sevilla ha tenido la gentileza de invitarme a un acto de homenaje a Miguel Delibes en el que ha participado su hijo mayor, el ilustre biólogo Miguel Delibes de Castro.
Me ha sido muy grato releer “El camino”, uno de los libros que influyeron en mi amor por la literatura en mi adolescencia, la época en que uno se forja como lector. Esa novela, una de las más grandes de nuestras letras, encierra en unas pocas páginas (prueba inequívoca de que no es necesario escribir mil folios para crear una gran obra) un compendio de situaciones que nos resultan muy familiares a los que tenemos pueblo, narradas además con un estilo sobrio, muy castellano. Y es que decir Delibes es decir Castilla.
Por otra parte, ha sido muy gratificante escuchar de boca de su hijo “la trastienda” del maestro, esas pequeñas anécdotas que le humanizan. Y, desde luego, ha sido una sorpresa descubrir que Delibes encendía una pequeña hoguera junto a su familia todas las vísperas de la Inmaculada para celebrar la festividad al grito de ¡Viva la Purísima de Villalpando!, un rito inculcado por su villalpandina tía Lupe.
Conocer a gente tan entrañable como la de hoy, hace que uno de por buenas las vicisitudes que se le cruzan a la hora de escribir una novela.

P.D. Estaré este sábado, día 29, en la Feria del Libro de Madrid en la caseta 170 de Anaya de 12 a 14 horas.

sábado, 22 de mayo de 2010

Comecocos


Hoy Google nos recuerda que hace 30 años que se comercializó el juego de los comecocos. Si eso es así, fui uno de los primeros enganchados, ya que recuerdo pasarme algunas horas en una sala de recreativos en Alicante (allí quedaron unas cuantas monedas de 25 pesetas) durante aquel invierno de 1980, engullendo puntos, fantasmas y frutas hasta convertirme en un experto. ¡Qué ilusión cuando alcancé por primera vez la pantalla de las llaves!
Hoy el asunto de los videojuegos ha evolucionado hacia niveles insospechados entonces, pero esa es otra historia. La de mi adolescencia estaría incompleta sin el comecocos.

En el Quema

No todo es colorido en El Rocío.

jueves, 13 de mayo de 2010

La sangre en bolsillo

Esta semana ha salido a la luz la edición de bolsillo de La sangre de los crucificados en Algaida Eco. Para mí, constituye un verdadero orgullo que tras dos años y medio de su publicación constituya un libro de fondo de muchas librerías. Así que, desde aquí, quiero lanzar un brindis: ¡Larga vida para don Fernando de Zúñiga!

viernes, 7 de mayo de 2010

Me gusta Sevilla

Todos los días laborables hago el mismo trayecto un poco antes de las ocho de la mañana. Mientras dejo que el aire penetre por una rendija de la ventanilla del coche, voy dejando atrás lugares que nunca me aburro de contemplar.
Mi recorrido comienza al principio de la avenida Eduardo Dato, siempre con la Giralda al frente. Al llegar al Puente de los Bomberos, tuerzo a la izquierda para pasar junto a los Jardines de Murillo y la muralla de los Reales Alcázares. A la altura del teatro Lope de Vega, dejo a un lado el Parque de María Luisa para pasar al lado de la Universidad, del Hotel Alfonso XIII y de la Puerta Jerez hasta alcanzar el Paseo de Colón. Ya saben: la Torre del Oro, el río Guadalquivir, el sol de la mañana acariciando Triana, el Hospital de la Caridad, la Maestranza…
Entenderán que no tenga prisa en llegar a mi lugar de trabajo. En fin, esa es una de las ventajas de vivir en Sevilla. Otra es, a pesar de no tener novela nueva, disponer de la oportunidad de que algún amigo librero te invite a su caseta en la Feria del Libro en Plaza Nueva.
Definitivamente, me gusta Sevilla.

P.D. Estaré este domingo en la caseta de la Librería Minerva de 12 a 13 horas.

sábado, 1 de mayo de 2010

La ley de la montaña

Confieso que hace un tiempo me borré del mundo o, mejor dicho, el mundo se borró para mí. Harto de leer siempre las mismas noticias decidí abstraerme de la prensa. Para bien o para mal, aquello me duró un par de años.
Desde entonces, he vuelto a leer los periódicos a diario. Los leo con desgana: me lamento de las desgracias, me aburren los datos económicos y me horripilan las declaraciones de los políticos. Sin embargo, de vez en cuando, algún suceso me llama la atención.
Esta semana hemos podido seguir en directo la muerte de un montañero en el Annapurna. Gracias, o por culpa, de las nuevas tecnologías hemos conocido su agonía minuto a minuto y nos hemos enterado de que Tolo Calafat se despidió de su esposa y de su hijo pequeño en una conversación telefónica.
Poco antes, Edurne Pasaban y Oh Eun-Sun pugnaban con teles en directo por ser la primera mujer en coronar los 14 ochomiles. Lo cierto es que Corea se tomó el reto como un asunto de estado, máxime cuando una de sus súbditas, Go Min-Sun, también falleció en la montaña el año pasado descendiendo su undécimo ochomil.
No seré yo quien cuestione este tipo de duelos, si bien hasta ahora el único desafío de un montañero era el que establecía contra sí mismo y contra la naturaleza.
Lo que más me ha impactado de todo este tinglado ha sido el regreso, dos días después de haber desaparecido, de los dos sherpas que, jugándose la vida, acompañaron casi hasta el final a Tolo Calafat (mis condolencias para su familia). Pudieron ser rescatados, colgándose del cable de un helicóptero; pero prefirieron enfrentarse a la montaña que al vacío. A pesar de la nieve que les llegaba por la rodilla, de la ventisca, de treinta grados bajo cero, de aludes, y de paredes verticales de hielo estos dos tipos han aparecido exhaustos pero vivos.
Me ha resultado inevitable rememorar algunas de mis lecturas de adolescencia. Recuerdo que, sentado junto a la mesa de la cocina de Portugalete me tragué de una sentada Viven (La tragedia de los Andes), uno de esos libros que te marcan, sobre todo si los lees con quince años. Y ese mismo verano, mi amigo Carlos Arranz me introdujo en la obra de Lobsang Rampa sobre los monjes tibetanos pero esa es otra historia.
Lo cierto es que, de vez en cuando, me alegra haber vuelto a saber lo que pasa en el mundo porque hay sucesos más novelescos que las propias novelas.

sábado, 24 de abril de 2010

Una mirada

A veces, uno no se arrepiente de llevar la cámara a lugares en los que lo normal es arrepentirse de llevarla.

jueves, 15 de abril de 2010

martes, 6 de abril de 2010

Nemesio Mogrobejo

Documentándome para una novela, me topo con la figura de Nemesio Mogrobejo, un escultor bilbaíno que falleció tal día como hoy hace un siglo cuando acababa de cumplir 35 años tras una vida coqueteando con la muerte.
Nemesio convivió con su guadaña desde antes de su nacimiento. Fue concebido en plena guerra carlista, su padre murió antes de que viera la primera luz tras haber enterrado a cuatro hijos, y aún no había cumplido los doce años cuando perdió a su madre. Por no hablar de los amigos que adelantaron su cita con la parca… ni del fruto de su amor con Paula, su pequeño Nemesio, su único vástago, que no pudo soportar la ausencia de su madre y marchó en su busca a los pocos meses de nacer. Todo ello provocó que una Nochevieja se pusiera una pistola en la sien junto a la tumba nevada de su amada pero no consiguió apretar el gatillo.
Quizás estuviera escrito su destino en las estrellas. Vino al mundo en el número 1 de las Calzadas de Mallona, las mismas que conducían al antiguo cementerio de Bilbao. En su niñez vio pasar decenas… cientos de cortejos fúnebres desde la ventana de su casa. Y es que, aunque todo el mundo emprende el camino del camposanto desde el preciso día que nace, en su caso la metáfora cobró un realismo malévolo y sardónico.















Su obra está marcada por el sufrimiento provocado por la muerte prematura de su amada, Paula Scheneck, una austríaca de Graz, ciudad a la que regresa Nemesio para morir, víctima de la tuberculosis.
Mogrobejo se inmortalizó a través de sus obras: Risveglio, La muerte de Orfeo, Hero y Leandro, Eva... Aunque, en mi opinión, fue su Pierrot, una figura de bronce tocando con rabia su mandolina, atrapada en sus propias curvas, la que se convirtió en la perpetuidad de su espíritu… Alma y cuerpo doloridos en una obra marcada por la muerte.
Quizás Paula muriera para dirigir sus manos de manera que su obra fuese inmortal… o quizás el escultor muriese joven para que su obra fuese inmortal y para que cien años después recordemos quién fue Nemesio Mogrobejo.

lunes, 5 de abril de 2010

La veleta nocturna

Siempre se recuerda la emoción de la primera vez. Por eso quise estar con un amigo en la puesta de largo de su primer libro.
El autor Fernando Cartón Sancho presentó este fin de semana su colección de cuentos La veleta nocturna y se acordó de mí para que la presentara.
La concurrencia villalpandina estuvo a la altura de la calidad de sus relatos (La promesa, Fuegos en el Sena, La chica de la foto y Leningrado), por lo que el acto tuvo todo el éxito que le deseo al bueno de Cartón.
Sus lectores ya esperamos nuevas obras.