domingo, 26 de noviembre de 2017

Tolerancia cero

Al envejecer a uno se le agudizan las manías. Y si antes me fastidiaba la mala educación, ahora directamente no la soporto. Es curioso cómo uno se vuelve más tolerante en algunas cosas y más intransigente en otras.
Con los años he aprendido a respetar cualquier idea sobre la política, sobre el amor o sobre el modo de vivir. Sin embargo, cada vez me soliviantan más los fanatismos, las corruptelas cotidianas o la incultura.
Nuestro sistema educativo dista mucho de ser el adecuado. Si no, no se entiende que cada vez haya menos comprensión lectora o que no haya desaparecido el machismo entre los jóvenes. Y sí, sí se trata de buscar culpables. Porque somos todos. Cierto es que las leyes orgánicas democráticas de educación han fracasado una tras otra, pero también lo es que en nuestro ámbito individual miramos hacia otro lado cuando nos topamos con conductas reprobables por miedo a ser señalados o simplemente por evitar problemas.
Por eso, si queremos erradicar la violencia contra la mujer, solo cabe evidenciar nuestra más absoluto desprecio contra cualquier tipo de manifestación machista, por nimia o ingenua que pueda parecer, de esas cotidianas que proliferan a nuestro alrededor. 
Ante el machismo, tolerancia cero. 

domingo, 19 de noviembre de 2017

Mi dedicatoria favorita



 Hace cuatro dejé de escribir en este blog y hoy he decidido regresar. Podría ser un día cualquiera, pero no lo es para mí. Un diecinueve de noviembre nació mi única hija y es una fecha especial, en la que echo la vista atrás y me doy cuenta de todo el tiempo que ha pasado desde que Ana llegó para quererme, de un modo cada vez más cómplice. No en vano, cumple ya veintidós años.
            Para mi vuelta he elegido la foto de mi dedicatoria preferida. Como ya he comentado en alguna ocasión, las letras de las canciones de Luis Eduardo Aute son parte de mi formación como escritor, al igual que las de Serrat o Los Secretos. Porque mi adolescencia no vino marcada solo por los libros. También por las melodías cuyo contenido se me quedaba impregnado. Para mí las letras de las canciones de Aute no son poemas, sino estremecimientos del alma.
            Si miro el reloj y son la cuatro y diez, siento la necesidad de darme prisa; nunca quiero que me abandonen al alba sin dejar un poro intacto en la batalla; me encantaría organizarme entre tres mientras me quemo por dentro; y pienso que es terriblemente absurdo estar vivo sin un latido cuando se necesitan dos o tres segundos de ternura. Por eso, si alguna vez me pierdo, buscadme en Albanta… donde es eterna la infancia.