sábado, 27 de noviembre de 2010

Quizás sea...

Hoy es uno de esos días en que echo de menos Bilbao. Quizás sea que llueve en Sevilla. Quizás sea que he visto un reportaje en la tele sobre la ría. Quizás sea que no puedo estar en el pase de ese documental sobre arquitectura en el Arriaga. Quizás sea que me apetece una palmera de coco. Quizás sea que me hago mayor. Quizás sea que me gustaría tomar unos marianitos y unas rabas con mis amigos por Plaza Nueva o por Ledesma. Quizás sea que, simplemente, soy de allí.
Es muy posible también que la novela me esté desgastando. Son ya demasiados fines de semana imbuido en una ciudad, en mi ciudad, sin estar en ella. Por fortuna, veo cercano el final de la historia y así descansaré. Inevitablemente, una de las preguntas que me harán será la de cuánto tiempo me ha llevado escribirla. La respuesta será sencilla: dos años y toda la vida.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Poesía (con tilde)

Muy bonito, muy romántico y todo lo que ustedes quieran; pero echo de menos las tildes y alguna que otra mayúscula. ¿Seré antiguo?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Críticas y diacríticas

Últimamente las aguas literarias andan un poco revueltas por culpa de la Nueva Ortografía de la Real Academia de la Lengua Española. Algunos escritores incluso están dispuestos a quemar contenedores para defender la ortografía que aprendieron en el colegio.
La ll y la ch desaparecen de nuestro alfabeto; además, la letra y cambia la túnica griega por el estilo hippie (mejor dicho hippy), ya que se llamará ye.
Lo de las tildes diacríticas es otra historia. Ya saben, ésas (perdón, quise decir esas) que se usan para distinguir una palabra de otra. Recuerdo que de niño tuve un pequeño calvario con lo de solo y sólo. Ahora, ni los pronombres posesivos ni el adverbio solo llevan tilde. Tampoco los monosílabos rio, guio o guion. Así que en un diálogo podremos escribir:
-¿Qué quieres?
-Solo café solo –rio.

Sé que a los que escribimos con frecuencia nos costará adoptar estas medidas, pero es lo que hay. Personalmente, ni las censuro ni las defiendo. Sí que me gustaría que la RAE se mojara más y no siguiera permitiendo (como así será) la tilde para quien quiera hacerlo. O café o té para todos. Y hablando de té. Tampoco entiendo porque no se establece un criterio uniforme para todos los casos. Sigue existiendo la tilde para la bebida, por ejemplo. Quizás para que no sea lo mismo tomar té que tomarte, sobre todo si es Charlize Theron la que te pregunta lo que quieres.
Creo que la ortografía debe evolucionar y que doctores tiene la iglesia. Por mi parte, las acato, quizás para no parecer trasnochado. Hemos de recordar que hace cien años, se tildaban siempre las proposiciones a y o (¿Vamos á Bilbao ó á Donostia?) y hoy eso nos suena a antiguo.
Otro día quizás hable de las minúsculas y la falta de criterio uniforme para determinar si escribimos San Fernando o san Fernando, por ejemplo. Pero ya que estoy, una de las faltas que más me revientan es la de leer los meses del año con mayúscula, falta a la que están adheridas la mayoría de las notarías y entidades bancarias de este país (¿han visto alguna escritura en la que se ponga el mes con minúscula?).
En fin, una última objeción a la RAE: lo de quitar la tilde a la letra o cuando va entre números, sí que puede llevarnos a equívocos serios como a uno que relato en la novela que me traigo entre manos. Y hablando de novela, me voy a corregir los doscientos folios que llevo, para cargarme un montón de tildes.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Literatura y placer

La Asociación de Escritores de Euskadi acaba de publicar un pequeño libro en el que hemos participado Óscar Alonso, Antonio Altarriba, Juan Bas, Mila Beldarrain, José Ramón Blanco, Seve Calleja, Olatz Candina, Beatriz Celaya, Luisa Etxenike, Fernando García Pañeda, Javier Maura, Javier Otaola, Julia Otxoa, Álex Oviedo, Maria Eugenia Salaverri, Eli Tolaretxipi, Juan Manuel Uría, Esther Zorrozua y este que les escribe.
Se trata de un plaquette que contiene breves ensayos, fragmentos de novelas inéditas, reflexiones sobre el estado en que se encuentra hoy en día la literatura y algún que otro relato.
Inicialmente, se podrá adquirir en la página de la asociación.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El teletransportador

Me llaman la atención las noticias sobre los inventos que serán cotidianos en el futuro: androides, coches inteligentes, etc. A mí hay uno que me haría especial ilusión, pero todavía no he oido nada acerca de él: el teletransportador. ¿Se imaginan? Hago ¡chas! y aparezco a tu lado. Viajar sin necesidad de aviones, carreteras...
Caminando por esta cinta mecánica, me ilusioné con que podría ser un teletransportador. Es otra de las cosas buenas que tiene inventarse historias. En cierto modo, nos permite regresar a la niñez. Como cuando jugábamos a piratas, navegando sobre una caja de cartón y con un rollo de papel higiénico a modo de catalejo.
En esta cinta me sentí como un viajero del futuro en el que hacía el viaje entre Sevilla y Bilbao en un minuto. Y ni siquiera tuve que soñarlo.