jueves, 29 de octubre de 2009

Astérix y Obélix

Hay un chiste que no por viejo me hace menos gracia. En un día como hoy no me resisto a contarlo:

Entra un señor inmenso al médico y le dice:
-Doctor, creo que soy estéril
-Usted quien es, es Obélix

Hoy se cumplen 50 años del nacimiento de Astérix y Obélix. Sus aventuras han formado parte de mis lecturas, y no sólo de mis tiempos jóvenes.
He disfrutado igual con los mamporros a los romanos o a los piratas (casi terminaron por inspirarme lástima) que con las alusiones anacrónicas escondidas en los textos o con las caricaturas de algunos personajes famosos (Sean Connery es Ceroceroseix y Kirk Douglas es Espartakis, por ejemplo).
Y aunque Astérix sea el protagonista, el líder, el listo… yo siempre preferí a Obélix. Quizás porque también me encanta comer. Uno no puede sino sonreír al recordar sus enfados cuando no le dejan beber la poción mágica o su amor platónico por Falbala o su pasión por los jabalíes asados.
Supongo que son muchos los motivos por los que me gustan los libros de Astérix el galo: la victoria de los débiles contra los fuertes, su sentido del humor, sus frases célebres… y, tal vez, porque llamándome Félix me siento identificado con los nombres de los habitantes de la irreductible aldea gala.

lunes, 26 de octubre de 2009

Amores de los de antes

Hoy, ¡por fin!, he revelado carretes atrasados.
La diferencia entre una foto digital y una realizada con un carrete, quizás no radique en la calidad sino en el romanticismo. Y más si el motivo está lleno de colorido.
Sólo a un bicho raro se le ocurriría hacer una foto en la Feria de Abril en blanco y negro.
La mayor ventaja de una foto digital dicen que es la inmediatez. Disparas y ves el resultado en el momento. Yo, a veces, más que una ventaja lo veo un inconveniente.
Se ha perdido ese componente de ansia, ese cortejar al negativo, esa incertidumbre sobre el efecto buscado.Una foto digital es el amor de una noche. Puede resultar bonito. Pero hay quien prefiere amores de los de antes.

jueves, 22 de octubre de 2009

Ágora

He visto Ágora… y me ha gustado. Ambientación, ritmo narrativo, fotografía, música… todo muy cuidado en aras de una inmersión en la historia que, como aficionado al cine, me ha dejado un buen sabor de boca. Lo único que eché en falta en una producción española fue algún actor español.
Es verdad que es una película y que Amenábar se ha permitido pequeñas licencias históricas como la edad de Hipatia cuando murió o su precoz visión de la teoría heliocéntrica, pero por mi parte se las admito.
La película nos traslada a la Alejandría durante la decadencia del imperio romano y, a mi humilde entender, se sirve de Hipatia para trasmitirnos su verdadero mensaje: la sinrazón de los fanatismos religiosos, vengan de donde vengan.
Hipatia no cree en dioses. Ni en cristianos, ni en judíos ni en paganos. Para ella, su única religión es el saber.
A mí siempre me ha parecido que para ser feliz es preferible ser ignorante. En el libro del Eclesiastés de la Biblia (pedazo de best seller) se puede leer: Quien añade sabiduría, añade dolor. Totalmente de acuerdo. El saber no ocupa lugar, pero tiene un precio…. Y si no, que se lo pregunten a Hipatia.

sábado, 17 de octubre de 2009

Arte o estulticia

Perdonen si evidencio públicamente mi desconocimiento sobre ciertos temas. Miren que no me tengo por ingenuo, pero cada día me sorprendo con alguna tontería generada por el sistema en el que vivimos. Por fortuna, aún no me resbalan algunas cosas y me caldeo con ellas. Y eso que trato de ser comprensivo. Sin embargo, creo que nuestra sociedad en algún momento de la historia perdió los papeles: los económicos, los políticos, los morales, los culturales… y no hay narices de recuperarlos.
Lo peor es que no parece haber marcha atrás, pero me recreo imaginando el regreso a ese punto de la historia en el que todo este tinglado se nos fue de las manos. ¿Que cuál es ese momento? Cada uno es libre de pensar lo que quiera. Algún pesimista se retrotraería a la aceptación de la manzana por parte de Adán.
Pero disculpen porque percibo que la divagación se me está echando encima, como una borrasca a la que se la ve venir y, no obstante, permitimos que nos moje.
El hecho es que si hace un mes les hablé de la aparición de un Velázquez, ahora le toca el turno a un Da Vinci. Se trata del retrato de una joven de la época. Durante décadas ha estado circulando en la creencia de que era una pintura del siglo XIX, y en las dos últimas transacciones se vendió por 12.000 euros.
Pero hete aquí que su nuevo y avispado dueño ha encontrado una huella dactilar que dice corresponder a Leonardo Da Vinci. Si eso resultase cierto, el cuadrito en cuestión podría alcanzar un valor de 100 millones de euros. Toma del frasco.
Este cuadro valía 12.000 euros, pero como es de Leonardo ahora vale 100 millones (que sí, que sé que ya lo he dicho). Y que conste que el cuadro es el mismo.
Esta noticia me hace reflexionar sobre las obras artísticas. ¿Qué se valora en ellas? Se me hace muy triste rendirme ante la evidencia y reconocer que la mayoría de las veces prime la autoría sobre la calidad. Eso sí, me consuela el hecho de al menos Leonardo fuese un genio.

P.D. Quiero felicitar a Ángeles Caso por el Planeta. Ella fue una de las escritoras que me dedicó el libro a beneficio de la Fundación Numen, por lo que al igual que al resto de firmantes, le reitero mi agradecimiento. Que disfrute de su premio.

martes, 13 de octubre de 2009

Un museo para andar por casa

Alguien dijo que los dos atardeceres más bellos de su vida los había contemplado desde el Cañón del Colorado y desde el Mirador de San Nicolás, frente a la Alhambra de Granada.
Una de las cosas buenas que nos ha proporcionado la civilización es que el hombre es capaz de crear obras de arte que se permiten la osadía de competir con las maravillas de la naturaleza. Esta semana he visto nacer al Ebro...
...y he conocido una casa muy especial en Villalpando.

El rincón de San Cayetano es más que un alojamiento rural. Es la obra que sólo puede ejecutar una persona que sepa combinar el buen gusto con el amor a su pueblo. Mi amiga Pilar Casado es una de esas personas.
Cuando compró una vieja vivienda casi derruida no podía imaginarse que su esqueleto estaba formado por los arcos de la desaparecida iglesia de Santiago. Y fue restaurando piedra a piedra hasta sacar a la luz ese arte escondido. Pero quizás el mayor mérito de Pilar haya sido el de recuperar un trozo de historia y hacerlo acogedor… muy acogedor.

Villalpando tiene unas llanuras inmensas de campos que mudan su color en cada estación y en cada momento del día; alberga una de las plazas porticadas más hermosas de Castilla y además conserva la Puerta de San Andrés –nuestra querida Puerta Villa-. Ahora también tiene El rincón de San Cayetano. Un motivo más para visitar el pueblo. Si tienen la oportunidad de alojarse en este rincón, no se arrepentirán.