jueves, 9 de febrero de 2012

Que alguien me lo explique

Perdonen mi ignorancia pero considerando el tinglado, tal y como está montado, no acabo de entender el asunto este de la gratuidad…  en general. Casi todos los contenidos en Internet comenzaron siendo de acceso libre y, cuando se han querido comenzar a cobrar, la inmensa mayoría de los usuarios los piratea o, simplemente, deja de usarlos.
Uno de los principales problemas de la prensa fue su error de cálculo en su salto a Internet. Sus responsables pensaron que los ingresos de publicidad les harían ganar más dinero… y se equivocaron. Ocurrió todo lo contrario: se redujeron drásticamente sus ventas en papel y, ni siquiera en los tiempos previos a la crisis, la publicidad consiguió cubrir costes.
Y permítanme que manifieste mi escepticismo en lo que se refiere a esas políticas suicidas en busca de cuotas de mercado para luego tratar de hacerlas rentables. Ahí tienen lo que ha pasado con un sinfín de inversores, empresas, e incluso de entidades financieras.  
Me preocupa, y mucho, el borreguismo –entiéndase, por favor, sin connotaciones peyorativas-. Nos dejamos arrastrar por las modas y por las opiniones de la mayoría. Si no estás en Facebook, no existes. Tener la tele o el ordenador encendidos es una costumbre generalizada. ¿Es que pasar la mayor parte de nuestra vida ante una pantalla (que no sea de cine) nos hace más felices?
Si alguien quiere quedarse enredado entre las redes sociales, allá él.
Nuestra alienación nos lleva a realizar diez pinchazos por hora sobre la portada de un periódico para ver si hay alguna noticia nueva o a entrar en Twitter compulsivamente, en muchos casos, para leer mensajes de gente que sólo pretende publicitarse.
Por eso, no termino de tener claro el asunto de los libros electrónicos. ¿Interesan a alguien más que a los fabricantes de lectores?
Todo esto viene a que acabo de enterarme de que las tres cuartas partes de las descargas de libros electrónicos en España en 2011 se hicieron gratuitamente.
Y no me malinterpreten, la autopublicación digital me parece un sistema magnífico para que todos aquellos autores que no han tenido la fortuna de encontrar una editorial puedan darse a conocer. Fuera de esta excepción, ¿existe realmente alguna obligación de cambiar el soporte? Aún no conozco a ningún lector humano (digo humano, para diferenciarlo del electrónico, que ya tiene guasa la cosa) que prefiera una tableta a un libro. Y no me vengan con aquello de que los demás lo hacen, porque ya hemos visto lo que ocurre con lo de imitar a la competencia. Como dicen las madres: si los demás se tiran a un pozo… ¿tú también?
Opino que las editoriales se equivocan al lanzar sus novedades en formato electrónico al mismo tiempo que las de papel. Si la industria discográfica hubiera sabido lo que se le avecinaba, quizás todavía estaríamos comprando discos de vinilo. Y no olvidemos que la industria editorial tiene una gran ventaja sobre la musical: ningún soporte “suena” mejor que un libro. ¿Por qué ese empeño en cambiarlo? ¿Es que nadie escarmienta en cabeza ajena? Por favor, que alguien me lo explique.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo sigo prefiriendo el papel pero conozco a varios apasionados lectores que prefieren lo digital (y me refiero pagando legalmente) por la comodidad de llevarlo siempre a mano y por el ahorro ecológico que supone en papel y espacio, entre otros motivos. Y lo cierto es que mirado así tiene ciertas ventajas aunque los nostálgicos sigamos prefiriendo el ritual de "sentir" físicamente el libro.

Félix dijo...

Creo que no estás solo en tus dudas, aunque creo también que, al menos entre los que conozco, noy hay respuesta a tus preguntas. Y es que el hombre es lo que tiene, que es capaz de tirarse al pozo siguiendo modas efímeras y, sobre todo, de tropezar y tropezar siempre en la misma piedra. Es algo inexplicable.
Cordialmente,
Félix

Félix G. Modroño dijo...

Anónimo, supongo que habrá sus excepciones. Pero estamos tanto tiempo ante una pantalla en el trabajo y en nuestro tiempo libre, que la lectura de un libro en papel se convierte en un auténtico placer.
Saludos.

Félix, espero que seamos muchos los que pensemos más o menos igual. Así, no nos tendrán por bichos raros. Claro, que en este caso, me daría lo mismo.
Un abrazo.