Mi amigo José es un tío dicharachero y buena persona. Siempre de buen humor. Joven para morir. Aunque supongo que siempre se es joven para morir. Es de la cosecha del 65, como yo.
Lleva unos meses fastidiado con una hepatitis que le ha dejado en los huesos. Treinta kilos se ha dejado por el camino (y pesaba ochenta). La enfermedad se le ha complicado con una diabetes.
Este fin de semana, para colmo, le hicieron unas radiografías en la cabeza y le han diagnosticado un tumor cerebral bastante avanzado.
Hoy le dijo a su mujer: "Charo, me voy para arriba".
El destino es cruel y la vida se nos va cuando menos te lo esperas. José está muy débil y creo que está a punto de tirar la toalla. Tantos golpes en tan poco tiempo noquean a cualquiera.
Aún así, espero que se aferre a la vida... como el último rayo de luz que tiñe de plata las olas del mar.
2 comentarios:
Hola me gusto mucho el blog y como escribis. En mi opinion creo que no es importante cuanto tiempo permanecemos con los pies en la tierra sino como aprovechamos ese tiempo que nos dan.
un saludo
Gracias, Flor.
Tienes mucha razón en lo que dices. Hoy precisamente he leído que la vida puede ser larga o corta, pero desde luego debe ser ancha.
Saludos.
Publicar un comentario