He de ser sincero y confesar que no hubiera estado mal haber disputado alguna que otra más, pero lo que más me ha inquietado es que este tipo de acontecimientos provocan que nos detengamos a pensar y que, aunque sea por un momento, nos abstraigamos (creo que se dice así) de esta vorágine –llamada vida- por la que transitamos a toda velocidad, muchas veces a tontas y a locas.
Veinticuatro años. Podría enumerar los amigos que se mofaron de mí en aquel bar de Salamanca cuando marcó Hugo Sánchez. Veinticuatro años. Ahí es nada. Parece que fue ayer. Un cuarto de siglo… o un suspiro. Es casi lo mismo. Nada hay más inexorable que el transcurrir del tiempo. Devoramos los años (o quizás debería decir que los años nos devoran a nosotros) sin darnos cuenta. Y cuando nos detenemos a pensar ya es tarde. El tiempo nos ha vencido. Y sólo nos queda echar la vista atrás para arrepentirnos por las cosas que hemos dejado de hacer.
Por eso hace algún tiempo que decidí tomarme la vida de otra manera. Disfrutar de esas pequeñas cosas que son capaces de alterar cualquier existencia anodina. El tiempo terminará por vencerme a mí también, pero al menos me pillará con las botas puestas.
Por cierto, mi Athletic acaba de ganar al Sevilla y jugaremos la final con el Barca. Ya va siendo hora de que la gabarra vuelva a la querida ría de mi niñez. ¡Aupa Athletic!
Veinticuatro años. Podría enumerar los amigos que se mofaron de mí en aquel bar de Salamanca cuando marcó Hugo Sánchez. Veinticuatro años. Ahí es nada. Parece que fue ayer. Un cuarto de siglo… o un suspiro. Es casi lo mismo. Nada hay más inexorable que el transcurrir del tiempo. Devoramos los años (o quizás debería decir que los años nos devoran a nosotros) sin darnos cuenta. Y cuando nos detenemos a pensar ya es tarde. El tiempo nos ha vencido. Y sólo nos queda echar la vista atrás para arrepentirnos por las cosas que hemos dejado de hacer.
Por eso hace algún tiempo que decidí tomarme la vida de otra manera. Disfrutar de esas pequeñas cosas que son capaces de alterar cualquier existencia anodina. El tiempo terminará por vencerme a mí también, pero al menos me pillará con las botas puestas.
Por cierto, mi Athletic acaba de ganar al Sevilla y jugaremos la final con el Barca. Ya va siendo hora de que la gabarra vuelva a la querida ría de mi niñez. ¡Aupa Athletic!
3 comentarios:
Que cantidad de recuerdos se me vienen a la cabeza al ver la foto del puente colgante!
Parece que era ayer cuando el pesado de tu hermano pequeño pataleaba para que le dejaran ir contigo a la acampada de los scouts.
Ciertamente ha llovido mucho desde entonces, hace ya 28 años que salimos de aquella tierra y han sido muchas las nuevas tierras conocidas y muchas las experiencias vividas en ellas.
Experiencias que posiblemente hayan forjado nuestros caracteres y que obviamente han marcado nuestras vidas.
Antes de continuar pido disculpas ya que se me olvida que esto es un blog público y mi comentario es más una carta a un hermano que un comentario en un blog expuesto al mundo, pero bueno es una forma de mandar un abrazo a una de las personas más importantes de mi vida y lógicamente con cuarenta tacos ciertas vergüenzas desparecen, hoy me lo pedía el cuerpo, hermano eres un espectáculo!
Como no puede ser de otra manera, estoy totalmente de acuerdo con tu reflexión.
Es cierto que el tiempo nos devora, es cierto que los años pasan sin darnos cuenta y no es menos cierto que cuando nos sentimos cansados o “tocados”, por los avatares de esa vida a la que nos enfrentamos cada mañana, nos paremos y echemos la vista atrás.
Ese “flash back” al que aludes puede ser duro, arrepentirse de lo no hecho puede llegar a hundirnos, lo digo por experiencia, pero puede ser también y es, sin duda, didáctico.
Una parte de mí, demasiada diría yo para mi salud mental, se quedo en cada una de las tierras que recorrimos tras dejar de ver cada día el puente colgante de la foto, en cada una ellas hice cosas, en cada una ellas no hice cosas, unas veces no aposté y gane y otras veces aposté y perdí y en otras ocasiones simplemente no hice nada y me deje llevar, pero de lo que estoy seguro es de que siempre aprendí. (permíteme apropiarme de tu blog para hacer mis reflexiones).
Con ello no quiero decir que sea sabio, sería absurdo pensar eso, ya que el hecho de aprender no obliga a poner en práctica esa “sabiduría”, a las pruebas me remito.
Llegar al momento de darse cuenta de que la vida pasa de forma vertiginosa debe ser el punto de inflexión, debe ser el momento de empezar a apreciar las pequeñas cosas, de disfrutar de cada cosa que hacemos, de no dejarnos nada en el tintero y por supuesto de decir a las personas que queremos que las queremos………… mama te quiero, alcalde te quiero, hermanos os quiero.
Por cierto, se me olvidaba,
AUPA ATHLETIC, a ver si le metemos caña al barca en la final.
Si lo que pretendías era que se me empañasen los ojos, lo has conseguido. Yo también te quiero.
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