miércoles, 30 de septiembre de 2009

La luz de Salamanca

Una de las pocas cosas que me han fastidiado al ubicar a don Fernando de Zúñiga en Salamanca es no poder narrar sus paseos por la Plaza Mayor, por la sencilla razón de que a finales del siglo XVII aún no existía. Hoy me desquito (aunque sólo un poco) con una de las fotos que he tomado en ella.
El curso está a punto de comenzar y una de las plazas más bellas del mundo pronto recibirá a una nueva hornada de estudiantes que se enamorarán de ella desde el primer día y nunca la olvidarán... como yo no la olvido.

2 comentarios:

Félix dijo...

Desde hace años, Félix, esta plaza apenas notaría el recambio de estudiantes si no fuera por el cambio de acentos con los que se expresan. Y, sí. Seguro que todos se la llevan en el recuerdo para toda su vida. Pero, lo mejor de esta plaza es su vida; una vida que se distribuye a lo largo de la jornada como las horas en el reloj. Primeras horas de trasiego estudiantil camino de las aulas. Mañanas de sosegado paseo, ajetreo en los repartos y cafelitos de negocios. Tardes de niños corriendo y madres mirando desde la cómoda atalaya de los veladores; estudiantes en corros cubriendo las losas mientras preparan la jornada nocturna. Noches en las que sólo las voces de los trasnochadores y el ruido de las escobas municipales alteran el solitario descanso de sus arcos. Una plaza con vida, mucha vida, incluso cuando está vacía, que es cuando más la disfruto.
Haces bien en mantenerla en el recuerdo, pero haces mejor viniendo de vez en cuando para dejar plasmados sus cambios en el sensor de tu cámara y en el fondo de tus retinas.
Cordialmente,
Félix

Félix G. Modroño dijo...

Tienes razón, Félix. La plaza no sería la misma sin sus gentes. Gentes que también he retratado: novios besándose en un banco, turistas fotografiando un rincón, ganaderos cerrando negocios con sus móviles, Tomás (el genuino limpiabotas de Las Torres), etc. Tomás es uno de esos personajes que dejaron su impronta y su espíritu en esta plaza como tantos otros que se fueron. Supongo que el nuestro también estará con el tiempo, como el de todos los que hemos amado esta plaza alguna vez.