domingo, 10 de julio de 2011

Escritores domingueros

No voy a descubrir nada si digo que a todo escritor le gustaría dedicarse únicamente a escribir. Por eso, admiro a todo aquel que ha sido capaz de liarse la manta a la cabeza y dejar un trabajo más o menos estable para convertirse en un autónomo de las letras. Y no me refiero a los que han tenido la suerte de pegar un pelotazo vendiendo cien mil ejemplares –en cuyo caso, es menos complicado tomar la decisión-, sino a los currantes del oficio, a los que tienen que escribir para comer.
Sin embargo, la mayoría de los escritores tienen (tenemos) que compaginar su pasión por juntar letras con un trabajo que, lo normal, es que no les satisfaga. Hay escritores (y sé de lo que hablo) que echan más de diez horas diarias en su oficina en un oficio que les absorbe por completo. Y cuando llegan a casa, normalmente de anochecida, tienen que atender a la familia y esperar a que todo el mundo esté acostado para ponerse a escribir. La mayoría lo hace de madrugada -y no es que sean insomnes-, y durante los fines de semana. Roban (robamos) horas a su pareja, al sueño, a sus hijos, al deporte y a todo lo robable. Aprovechan un viaje en metro para tomar notas, y en las salas de espera (de un aeropuerto, de una estación, de la consulta de un médico o del despacho de un cliente) se han imaginado más historias que en su propio escritorio.
Al final, al cabo de dos o tres años, son capaces de terminar una novela. Por desgracia, la mayoría no tendrá oportunidad de publicarla. Y los pocos que lo consiguen, se toparán con un editor que se da por satisfecho si llegaran a venderse tres mil ejemplares. Sin embargo, lo normal es que no se vendan ni mil. A dos euros el ejemplar, echen el cálculo. Editores, distribuidores y libreros ganan más en la venta de un libro que el que lo escribió (el tema de la burbuja editorial lo dejaré para otro día).
Así que quien piense que los escritores escriben para hacerse ricos es que no tienen ni repajolera idea de qué va el asunto. Son otras las motivaciones que les empujan a enlazar una frase con otra, pero ese tampoco es el tema de hoy.
El tema de hoy es la reivindicación de los escritores domingueros –y a mucha honra- sin los cuáles este tinglado sería incapaz de sostenerse. ¡Cómo que para que alguien les trate con desdén! Por eso, cuando se produce el milagro de que alguno triunfa, no puedo evitar alegrarme sinceramente.

2 comentarios:

Lola Montalvo dijo...

Amén... y muchas gracias. Tus palabras me han llegado al corazón y al alma. Yo soy del grupo de los que se autopublican, porque nadie cree en ellos y no sólo no tienen beneficios, sino que invierten con beneficio -X.
Besos miles

Félix dijo...

Creo que cuando algún escritor dominguero triunfa alguna vez somos los lectores, sus lectores, los que nos alegramos sinceramente... o egoístamente, que nunca se sabe.
Cordialmente,
Félix