Mucho me temo que escenas como ésta pasarán a formar parte del paisaje urbano de nuestras ciudades más de lo habitual.
Desconozco la historia de este buen hombre. Bien pudiera ser la de un padre de familia que, después de pasarse el día buscando trabajo en vano, ahogó sus penas en un cartón de vino para quedarse dormido en el patio de los Naranjos, muy cerca de la Giralda. Grandezas y miserias humanas.
Ojalá me equivoque, pero no vamos bien. Hemos creado una sociedad materialista a la misma velocidad que destruimos valores fundamentales. Materialista y global. No sé si global viene de globo pero, desde luego, éste está pinchando y se va deshinchando (quién sabe hasta dónde).
Y el asunto se nos ha ido de las manos. Lo que está ocurriendo (y lo peor está por llegar) ni siquiera es un castigo divino, sino una pésima gestión de nuestros recursos, naturales, económicos y humanos.
De esto no podemos echar la culpa a los gobernantes. Al fin y al cabo, suelen ser personas mediocres, con escasa preparación, que hacen lo que pueden -que no es mucho-como jugar al Monopoly con dinero de mentira hasta endeudarse (perdón, quería decir endeudarnos) de verdad.
Tampoco tienen culpa quienes les votan. No hay dónde elegir.
Ni siquiera son culpables lo que estando capacitados para mayores empresas, dan la espalda a la sociedad, refugiándose en su individualidad ante tanto despropósito. Jamás podrán liderar masas que les lleven al poder, a un poder que no quieren porque ningún sabio quiere el poder.
El culpable es el de siempre: el sistema. Lo malo es que no sé qué diablos significa realmente, ni cómo hemos llegado a él. ¡Ah, sí! La pérdida de valores. Ahora no tengo tiempo de buscar en el diccionario pero creo que algunas palabras de castellano antiguo ya estarán retiradas por caducidad: educación, honor, humildad, esfuerzo, solidaridad, urbanidad… (ésta última, fijo).
Más tarde o más temprano no nos quedará otro remedio que hacer caso a los sabios (los que no mandaban) de la Grecia clásica -desde entonces, apenas hemos aprendido nada nuevo- cuando recomendaban abandonar los grandes caminos para buscar los senderos… si antes no nos hemos cargado del todo este tinglado.
Desconozco la historia de este buen hombre. Bien pudiera ser la de un padre de familia que, después de pasarse el día buscando trabajo en vano, ahogó sus penas en un cartón de vino para quedarse dormido en el patio de los Naranjos, muy cerca de la Giralda. Grandezas y miserias humanas.
Ojalá me equivoque, pero no vamos bien. Hemos creado una sociedad materialista a la misma velocidad que destruimos valores fundamentales. Materialista y global. No sé si global viene de globo pero, desde luego, éste está pinchando y se va deshinchando (quién sabe hasta dónde).
Y el asunto se nos ha ido de las manos. Lo que está ocurriendo (y lo peor está por llegar) ni siquiera es un castigo divino, sino una pésima gestión de nuestros recursos, naturales, económicos y humanos.
De esto no podemos echar la culpa a los gobernantes. Al fin y al cabo, suelen ser personas mediocres, con escasa preparación, que hacen lo que pueden -que no es mucho-como jugar al Monopoly con dinero de mentira hasta endeudarse (perdón, quería decir endeudarnos) de verdad.
Tampoco tienen culpa quienes les votan. No hay dónde elegir.
Ni siquiera son culpables lo que estando capacitados para mayores empresas, dan la espalda a la sociedad, refugiándose en su individualidad ante tanto despropósito. Jamás podrán liderar masas que les lleven al poder, a un poder que no quieren porque ningún sabio quiere el poder.
El culpable es el de siempre: el sistema. Lo malo es que no sé qué diablos significa realmente, ni cómo hemos llegado a él. ¡Ah, sí! La pérdida de valores. Ahora no tengo tiempo de buscar en el diccionario pero creo que algunas palabras de castellano antiguo ya estarán retiradas por caducidad: educación, honor, humildad, esfuerzo, solidaridad, urbanidad… (ésta última, fijo).
Más tarde o más temprano no nos quedará otro remedio que hacer caso a los sabios (los que no mandaban) de la Grecia clásica -desde entonces, apenas hemos aprendido nada nuevo- cuando recomendaban abandonar los grandes caminos para buscar los senderos… si antes no nos hemos cargado del todo este tinglado.
1 comentario:
Solo una palabra más se te olvida en tu lista de términos obsoletos, trabajo.
Algunos, como tú y como yo, somos hijos de la generación nacida de la posguerra y padres de otra muy diferente nacida en la abundancia.
No sé si somos generación bisagra o que demonios somos, pero si es cierto que en gran medida andamos como diría yo…pelín desubicados.
De ellos, nuestros padres aprendimos el sentido de las palabras que enumeras, pero por no se qué extraños motivos no sabemos no podemos o no queremos transmitir esos valores nuestros hijos. No me permitiré, por obvio, echarle la culpa al sistema o a la sociedad, pero las cosas, como bien dices, no van bien.
Quizás sea por que ya a estas alturas del partido, ya no nos creemos nada.
Si damos, nos sentimos culpables, si no damos también, en cualquier caso el esfuerzo es en vano, posiblemente nuestra mejor opción sea apuntarnos a la próxima edición de Gran Hermano y que sea lo que dios quiera.
Tanta entrega, dedicación y esfuerzo para que vengan las putas subprimes, o los políticos, o el sistema, o la banca, o rita la cantaora y nos joda el invento.
De un día para otro el consumismo, los plasmas, mptreses y demás inventos del maligno darán paso a desosiegos y frustraciones. Es lo que hay.
Ese hombre bueno de tu foto encarna a la perfección la que se nos viene encima. Se acabaron riojas, riberas y demás delicatessen, de golpe y porrazo solo quedan tetra bricks.
Yo como los vinos no son lo mío, de momento voy a buscar la dirección de telecinco o , permítanme el absurdo, a buscarme a una buena torda famosa (gran P.Reverte) y a ver si me gano la vida sin dar palo al agua, que parece ser es lo que pita, que son muchos años currando y total, que queréis que os diga, no le veo el color.
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